25 septiembre, 2014

Lo que hace una salsa...

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Hace poco compartí con mis seguidores en Instagram, Facebook y Twitter una foto con un regalo chulísimo que me enviaron la gente de Pizzarelli. Se trata de un detalle muy original, una muestra exquisita de su cosecha de tomates San Marzano que ellos mismos producen en sus invernaderos en Cambita, San Cristóbal,  y que además,  los utilizan para preparar y asegurar la calidad de la rica salsa de sus pizzas y platos.
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Como soy su fan, no solo en con las pizzas, sino de también de todas sus publicaciones en las redes sociales, resulte agraciada con este canastito repleto de unos tomates súper rojos y saludables, además de un envase de cristal con su salsa original que invitaba a degustar de inmediato, pero como las cosas buenas se disfrutan en comunión con gente querida, me propuse esperar…
 
Pues, ayer, aprovechando el día feriado por la celebración del Día de laVirgen de Las Mercedes, ya con previa notificación a algunos, pero sin hacer muchos planes, nos reunimos casi toda la familia en la casa de mi sobrina Ana y su esposo Rafael, con el maravilloso propósito de probar una vez más la verdadera salsa y preparar unas pizzas caseras que aunque no contaban con la masa original de Pizzarelli, su ingrediente principal ayudó significativamente y sin duda alguna, a que nos quedaran muuuy buenas en todas las combinaciones que hicimos con jamón, queso, maíz, pepperoni, y obviamente con tomates de primera calidad.

Al final de la noche, todos coincidimos en una sola conclusión: ¡Lo que hace una salsa...!

Gracias a Pizzarelli y a su equipo de mercadeo que dirige las redes sociales por hacernos parte del secreto de la verdadera pizza italiana que por años hemos estado felizmente consumiendo.


#LaVerdaderaSalsa
#TomatesSanMarzano
Instagram @Pizzarellido 
Facebook Pizzarelli (pagina oficial)
Twitter: @Pizzarellido

02 septiembre, 2014

¿Qué es lo que das?


Esta mañana, Elizabeth, mi mejor amiga en el trabajo, me preguntaba si tenía algo de comer, y le dije que no, que solo le podía ofrecer un chiclet, y obviamente rechazó la propuesta porque eran ya casi las 11:30am y aunque no faltaba tanto para el almuerzo, "hacía hambre", pero había que esperar.

De pronto, ella recordó que otro de nuestros compañeros podría tener algo mejor que chiclets y cuando iba a averiguar qué conseguía, le dije en tono de broma, pero muuy en serio…”trae para las dos”.

Cuando mi amiga regresó, vino con un vasito repleto de almendras y pasas que se veían sumamente apetecibles, sumándole la “inquietud” del estómago.

Las almendras, definitivamente ¡me encantan! y Elizabeth tan desprendida compartió conmigo lo que hasta cierto punto, podía ser insuficiente para calmar su hambre, y aun con esas limitaciones me ofreció la mitad.

Sabiendo lo mucho que ella disfruta tanto como yo, las nueces y este tipo de meriendas, me vino una breve reflexión que con mucho gusto les cuento.

Este “insignificante” episodio que puede ser ignorado por la rutina en la que nos sumergimos cada día, tiene una gran fuente de enseñanza.  Me llevó a pensar y a cuestinarme a mí misma  en este ejemplo, el de la abundancia, en ese tiempo de bonanza que a nosotros se nos hace más fácil dar o desprendernos de las cosas, mientras nuestros ojos ven que las arcas están llenas.

Obviamente, me refiero al promedio de personas que dar no les cuesta tanto o compartir está inculcado dentro de sus valores, porque sabemos que hay gente que aun en sobreabundancia, su sed y egoísmo es tan insaciable que nada les “sobra” y todo les “sirve”.

Otras en cambio, como mi amiga, de lo poquito no vacilan para dar, tal y como hizo Jesús, que repartió cinco panes y dos peces y calmó el hambre de cinco mil hombres.

¿Te has fijado cómo reaccionas o actúas cuando tienes poco y el angelito bueno te indica que hay que repartir de ese poquito del cual casi no quedará nada para ti?

¿Realmente damos de lo que nos duele porque casi no tenemos y nos hará falta, o regalamos lo que nos sobra y ya no queremos?

¿Hasta dónde estamos dispuestos a compartir con los que necesitan? 

¿Cuánta hambre estamos dispuestos a pasar por otros?


¡Feliz día!