29 diciembre, 2009

Repasando lecciones...

Ayer me pasé el día acompañada de mis hijos y sus hermanitos María, Junior y Frank quienes vinieron a nuestra casita mientras sus padres trabajaban ya que la señora que los cuida tomó (sin avisar) sus vacaciones de diciembre.
María apenas tiene un añito, pero es un pequeño torbellino con mucha personalidad a quien debía cuidar con esmero porque es la reina de la casa, la única mujercita entre todos estos varones.

Tuve que remontarme a aquellos tiempos de madre recién estrenada…de eso hace ya bastante, así que solicité algunas indicaciones a Julia (la esposa de mi ex). Los otros niños Junior y Frank están más grandecitos, se portaron muy bien y colaboraron mucho durante su pasadía aquí con nosotros.

María se sentía muy extraña a pesar de haber venido a casa en algunas ocasiones y dejaba en mi cierto trauma cada vez que le hacía gracia y en vez de sonreír, lloraba y se aferraba a quien la tuviera en brazos.

Trataba de seducirla con un biberón con leche fresca que de vez en cuando funcionaba. Cuando quise bañarla, recogía sus piernitas como una arañita y se sujetaba de mi blusa como una fiera para que no lograra mojarla. Se veía muy graciosa en su afán.

Para el almuerzo le dí una cremita de habichuelas con arroz lo cual degustó muy bien. Los chicos me instruían como hacerlo “poquito a poquito, mami”, tuve que recordarles a ellos (Daniel y Erick) que había criado DOS!

Pasó un buen rato para que María me tomara confianza y pasada algunas horas ya se sonreía y se quedaba rendida en mis brazos. Recordé que aunque quisiera seguir abrazándola junto a mi pecho mientras velaba sus sueños, tenía que llevarla a su improvisada camita para no “Engreírla”.

Fue un día muy bonito el que pasé junto a todos los chicos, todos ayudaron en su deber e hicieron más fácil mi tarea en el cuidado especialmente de María Victoria.

Cuando Julia vino a recoger a los chic@s, María se puso muy feliz!. Se conjugaron muchos sentimientos cuando vio a su mami llegar, lloraba y reía a la vez y sus piecitos empezaron a moverse mientras la tenía cargaba. Extendía sus bracitos hacía ella y con una manita decía adiós queriendo decir “Hola!”

Desde el fondo de mi corazón adoro a esos niños, tanto como si fueran los míos!


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