Unas ganas inmensas de ser niña otra vez se me ha colgado en el alma. Volver a mi casa paterna y ser tan pequeña que tenga que levantar la cabeza para ver los ojos de mis padres y de mis hermanos.
Que mi hermana volviera a bañarme, a vestirme y cuidar de mí. Que prepararan mi cena y que pudiera escuchar la voz de mi madre decir con seducción: “A comer bobó!” Refiriéndose al huevo hervido en la cima de un rico mangú hecho con amor.
Cuanto quisiera que mi peor problema fuera solo tener que ir a la escuela! Cuanto desearía que una estrella fugaz me provocara asombro otra vez y que mi deseo solo fuera “pasar de curso”.
Quiero volver a montar bicicleta, a que empujen desenfrenadamente en el carrito de cajas de bolas. Volver a recorrer las calles recogiendo Almendras con mis amigos. Hacer “cocinaos” y exprimir el embase de la pasta dental para saborearla.
Extraño poder tocar sin asquear una Lombriz, no temerle a los Lagarto y perseguirlos. Enfadarme con el chico de sexto grado que me molestaba e ignorar a Estela, la niña larguirucha y fea que me odiaba. Cuantos recuerdos van llegando a mi mente!
El Profesor de Matemáticas que no me “regaló tres puntos” y se inmortalizó en mi memoria. Mis lejanas caminatas con mis cómplices exploradores de infancia. Las competencias ridículas y las enemistades temporales. Echo de menos la gente que se hizo querida en el camino, los que tocaron mi cabeza con cariño y me regalaron una sonrisa.
Como temí a ese niño que por hacer una mueca y sacarme la lengua logró desviarme del camino en cual pude haberme perdido. Vivir nuevamente mis vergonzosos incidentes a causa de mi excesiva timidez. Apreciaría como un tesoro tener conmigo mi cuaderno de escritura, donde quedaron todas aquellas historias paridas por mi creatividad, por la incesante imaginación que aun no duerme.
Mi cuaderno de dibujo, los diseños de vestidos presuntuosos, y mis amores sufridos e insensatos que inspiraron mi musa. Mi sueño de ser Poetisa, mis temores, mis ilusiones, todo lo recuerdo y aun lo amo y lo añoro!
Desvanecerme en un colchón de pétalos en la mirada del chico que me conquistaba, aquel galán que admiraba y veía con tanta gracia. Usar los vestidos que mi mamá cosía para mí. Hacer los mandados de casa y regresar con una bomba de chiclet pegada en mi cara.
Volver a querer crecer sin saber lo que en verdad se quiere. Esperar la mayoría de edad para pretender libertad. Dormir una vez más en las piernas de mi padre dejándome llevar en el vaivén de su mecedora. Rendirme al placentero sueño de los inocentes y volver a despertar infantilmente anhelando lo que hoy tengo.
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