Creo que a un escritor lo que le motiva a expresarse son las emociones, la necesidad de sacar de su interior lo que le sacude el alma. No alardeo de serlo, ni mucho menos creérmelo, pero definitivamente hay cosas que al menos como persona, no me permiten pasar de largo e ignorarlas.
Hoy, mientras monitoreaba algunos diarios para “buscar noticias” que se relacionen con mi nuevo trabajo, me encontré con esta nota y no pude evitar que como madre, sintiera una gran conmoción en mi corazón.
La buena nueva, trata de un soldado israelí que estuvo en cautiverio en la Franja de Gaza y hoy después de cinco años regresa a su país, a su hogar, a los brazos de sus padres y amigos que seguramente vivieron un lustro de angustia y desesperación.
Algo que me intriga mucho y por demás admiro y aplaudo, es el movimiento que tuvo que generarse para que esas fuerzas israelitas aceptaran el canje de un soldado por unos 450 prisioneros Palestinos que se encontraban en cárceles de Israel y que fueron ya llevados a Gaza y Cisjordania, y otros 650 más que serán liberados en los próximos dos meses.
Lejos de adentrarme a cuestiones políticas y tratar de entender los “líos” que por miles de años han mantenido esas tierras, lejanas geográficamente a las nuestras sin embargo; sus desgracias que no nos son ajenas por más que parecieran inadvertidas y sea casi una “costumbre” , sin lugar a dudas nos duelen aunque no tanto como a ellos, sus muertes, su infierno.
En medio de aquel escenario de terror y sangre que no se hace difícil de imaginar, lo que me impacta y mueve mis sentimientos a escribir esta entrada, es la representación del valor de la vida que resalta y percibo con gran emoción en este acontecimiento.
Gilad Shalit protagonista su propia vida y símbolo de unión de muchas otras más que pudieron haber perdido la esperanza de volver a encontrarse y abrazarse. Un muchacho de algunos veinte y tantos años que ha vivido más de 1,820 días de su existencia en medio del horror y la angustia, en condiciones físicas desmejoradas, muy cerca del colapso y psicológicamente aplastado.
Cuantas veces no habrá pensado tanto él como los suyos en la imposibilidad de que dos naciones lograran ponerse de acuerdo en algo, y que justamente haya sido para liberarlo. Cuan dichoso han de sentirse al ver la luz de Aquel que todo lo puede. Que sensación tan inexplicable recuperar la libertad, la paz, liberarse del yugo, volver a casa y ver transformar sus caras con sonrisas.
Ojalá estas acciones y esta imagen en total expresión de alegría del padre con su hijo liberado, transmita a muchos más lo que a mí, como ser humano y como madre me hizo sentir la empatía de imaginarme en el antes y el después de la experiencia vivida por ambos. Con profundo anhelo deseo que llegue también al corazón de muchos que hoy son carceleros y mutiladores de sueños.
Vaya además a los miles de secuestrados que ideas rebeldes y a veces ridículas los atraparon en medio de redes de odio y violencia que injustamente debitan con sus vidas, decisiones y negociaciones de gobiernos tan corruptos como el mismo verdugo que los encierra.
Lleve esperanza este encuentro a las familias que aguardan entre lágrimas e infinitas noches de desvelos e infiernos, el regreso de un hijo, de un esposo, de un padre, de un hermano, de un amigo.
PAZ!
La noticia original pueden verla aquí.
Foto: Agencia AP
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