Ayer asistí a la Funeraria Blandino de la Avenida Sabana Larga al funeral de un amigo, un excompañero de trabajo, cuya muerte nos sorprendió a todos, incluso a él quien debía tener toda una larga vida por vivir, muchos sueños por realizar e hijos por ver crecer.
Me detuve por varios minutos frente a su féretro y viendo su rostro tan normal, como el que duerme, le di las gracias por la amistad que nos unió, y que a pesar de no estar en contacto siempre, el profundo cariño y los buenos momentos vividos en aquel entonces cuando trabajábamos en Codetel, permanecen y seguirán intactos por siempre.
A Brito le gustaba la fotografía, yo para ese tiempo no había descubierto mi fascinación por esta, pero algo mágico había porque una vez que supe que el tenía una cámara, no lo dejé tranquilo e hice que fuéramos un domingo o un sábado al Zoológico para aprovechar lo verde del parque y que allí me hiciera tal vez; la única sesión de fotos que me he hecho en toda mi vida. Fotos tan modestas, tan sencillas, tan inocentes pero a mi me parecieron estupendas y quedé muy feliz con su trabajo.
Busqué dentro de la funeraria a Jeanne, su exesposa, que también trabajaba con nosotros, "La bella Jeanne", como nos acostumbró a decirle. Después de tanto tiempo volvimos a encontrarnos y en qué escenario tan triste.
Nosotros fuimos testigos de su unión y del nacimiento de Steven, su primogénito. El, lloraba desconsolado la partida de su padre, ojalá que mis palabras y las otras muchas que de seguro ha escuchado tras la pérdida irreparable de su progenitor, sirvan de consuelo para el vacío y el dolor que siente.
No pude quedarme mucho tiempo con ellos, la tarde estuvo lluviosa y me esperaban a fuera para regresar a casa. AL suroeste, el cielo a pesar de las nubes grises y la constante llovizna parecía una gran llamarada. El Sol una vez más se imponía y cada rayo de luz se fue llevando cada frase de lamento, sabiendo que cada uno ilumina el camino que ahora le toca recorrer a nuestro amigo hasta llegar a los brazos del dueño de su vida y la nuestra.
Partió con un hermoso atardecer de estos que nos acostumbran los días de Enero, yo sé que ya no era necesario para él fotografiarlo, pues ahora, le pertenecen porque quien está al lado de Dios no se vale de un simple objeto para disfrutarlo, en lo adelante podrá admirarlo todos las veces que quiera en la gloria merecida y en el cumplimiento de la promesa divina de nuestro Padre que lo ha acogido.
Amigo, te regalo esta imagen que tomé a mi regreso mientras cruzaba el puente Juan Bosch, el día de ayer cuando fui a despedirte. No es mucho, es solo un detalle que encierra que tu vida fue valiosa para todos y que dejaste huellas. Buen viaje, descansa y espéranos con tu característica sonrisa.
RIP Rafael Roa Brito
Atardecer en el Puente Juan Bosh/Foto: Angela Guichardo |
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