Hace tiempo escuché una frase
muy interesante sobre la ansiedad, que aunque no recuerdo textualmente cómo
decía, el mensaje en general era que si estabas
viviendo con ansiedad significaba que te estabas preocupando mucho por el futuro y no estabas disfrutando el presente.
Más o menos así era el asunto,
esa misma frase vuelve a mi cabeza repetidamente cada vez que me toca
enfrentar alguna situación similar en cualquiera de mis roles, y la traigo a colación porque hace poco tuve
que mencionarle la palabra "ansiedad" a uno de mis hijos para
aconsejarlo sobre un tema particular que lo estaba afectando y a mí cómo su
madre.
Quizás no nos damos cuenta,
pero los estados de ansiedad son muy frecuentes hoy en día. No soy psicóloga ni
nada que ver, simplemente lo creo por el estilo que de vida que muchos llevamos y
las modernidades del tiempo. Por ello he de suponer que las profesionales dedicados al
estudio del comportamiento humano hoy más que nunca deben tener sus salas de
esperas llenas de pacientes buscando ayuda, siempre y cuando operen en un país donde sus
habitantes consideren importante la atención de un especialista y que además
cuenten con los recursos económicos para hacerlo.
Me parece que algunos seguros
médicos de mi país (República Dominicana) ya están adicionando a sus coberturas
de servicios las terapias y sesiones de este tipo, y que bueno porque lo que se
vislumbra es que posiblemente todos en algún momento necesitemos orientación psicológica para curarnos de algo.
Hace exactamente un mes atrás, me
encontraba en los trámites para inscribirme en un seminario de grado que es requisito
del pensum de mi carrera en la universidad para iniciar lo que sería el ante
proyecto de la tesis que comparto con una compañera.
Les juro que algunos de los
requerimientos me pusieron muuuy nerviosa. Pre juiciarme a estos y adelantarme a
ver en ellos la dificultad, me hicieron perder un valioso tiempo. Pero más frustrante fue cuando una vez
completados los primeros requisitos, nos entregaron el esquema metodológico por
el cual debía regirse nuestro trabajo de grado para ser aceptado. ¡Caray! Puede ser que usted ya haya pasado
por eso y piense que esto es una bobería, pero yo me sentía en un limbo donde
ni a mí misma era capaz de encontrarme.
La tarea parecía fácil, pero en la práctica, cuando intentaba
arrancar, todo se complicaba porque lo que debía formular en varios y prolongados
párrafos mi mente los resumía en uno, o hasta en una oración simple, lo cual
indicaba que algo no andaba bien.
A medidas que fui asistiendo
a las clases, y que mi compañera pudo reintegrarse a estas con mayor regularidad, ya que
por asuntos de trabajo al principio se lo impidieron, fluyó la sinergia, cada una aportó sus ideas, y sobre todo al ir recibiendo las llanas y precisas
orientaciones de nuestro facilitador quien además tiene bastante experiencia en
la asesoría metodológica de este tipo de trabajos, gracias a todo eso comenzamos a ver el proceso con
luz y claridad, por lo que cada punto traía consigo su razón de ser y de pronto
lo que parecía tan difícil, resultaba ser manejable.
Lo que en principio comenzó
con una hoja en blanco ya tiene datos escritos que se fueron desarrollando a
partir de cada facilitación. Si lo
comparamos con el tema de la psicología, en cada clase (sesión) recibíamos la
orientación y las recomendaciones del maestro (psicólogo) para indicarnos cómo
manejarnos, dónde buscar la información y cuáles avances se esperaban de
nosotras para el próximo encuentro.
El viernes pasado fue
oficialmente el último día del primer nivel de ese seminario y por las
vacaciones de navidad y colectivas del centro, nos dieron la gracia de entregar nuestro
trabajo completado e impreso a principios de enero, afortunadamente al nuestro
solo le faltan pequeños detalles para corregir y adicionar.
Vivir con ansiedad, a mí, particularmente
me ha costado mucho. Comenzando por mis uñas las que no dejo crecer libremente
y otras cosas como planes o metas que he abandonado por no saber cómo
canalizar esas energías.
A lo largo de mi vida me ha tocado vivir experiencias difíciles, llenas de ansiedades, pero que gracias a Dios no han terminado en abismos y he podido encontrar lo positivo en lo adverso.
Aunque la lección sea dura, vale la pena el esfuerzo, la fe, la determinación y el deseo de intentar transformar esos caminos pedregosos en senderos de esperanza y de valiosos aprendizajes. Obviamente, esto no se hace sola, se necesita el apoyo de ángeles que de una u otra manera nos acompañan en el trayecto.
A lo largo de mi vida me ha tocado vivir experiencias difíciles, llenas de ansiedades, pero que gracias a Dios no han terminado en abismos y he podido encontrar lo positivo en lo adverso.
Aunque la lección sea dura, vale la pena el esfuerzo, la fe, la determinación y el deseo de intentar transformar esos caminos pedregosos en senderos de esperanza y de valiosos aprendizajes. Obviamente, esto no se hace sola, se necesita el apoyo de ángeles que de una u otra manera nos acompañan en el trayecto.
Me he encontrado con que en
ocasiones, el mal tiempo o el fracaso en algo no ha sido más que el ingrediente
que despertó la llamarada para embarcarme en nuevos proyectos, conocer gente,
aprender, liberarme de situaciones tóxicas e incluso han despertado metas que
creí olvidadas, como por ejemplo esta misma la de terminar la universidad.
En resumen, aunque todavía a
mí y a mi amiga Cinthya nos queda mucho por recorrer con el desarrollo de
nuestra tesis, estoy segura que esta no dejará de ser cada día una excelente herramienta llena de lecciones donde habremos de aplicar la perseverancia y el coraje para alcanzar el grado que hemos soñado durante estos últimos cuatro años.
He aprendido una vez más, y es
lo que me motiva a compartir con ustedes este mensaje, es que, vivir apresurados no significa ni garantiza que llegaremos
primero hasta donde queremos llegar, que nuestros pensamientos y el corazón deben
danzar un mismo ritmo, que cuando actuamos embriagados por la ansiedad se
cometen errores costosos que aunque quizás podamos recuperar algunas cosas,
jamás será posible volver atrás y devolver el tiempo.
Vivir ansiosos nos enferma, nos atrasa, nos perjudica y nos altera incluso en nuestra interacción con otros. Aprendamos pues, a manejar con inteligencia nuestras debilidades y a no ser víctimas de las emociones momentáneas.
Vivir ansiosos nos enferma, nos atrasa, nos perjudica y nos altera incluso en nuestra interacción con otros. Aprendamos pues, a manejar con inteligencia nuestras debilidades y a no ser víctimas de las emociones momentáneas.
Estemos atentos a esos
momentos y a esas trivialidades que se nos presenten cada día, de modo que
seamos capaces de identificar si nuestras decisiones están basadas en una
respuesta lógica, previamente mesurada y analizada, o si por el contrario está siendo llevada de la mano de nuestra mala consejera; la ansiedad.
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