20 marzo, 2010
Manso Fotogrú es un grupo que conocí a través de Facebook y de algunos amigos que vi que pertenecían a él. Se trata de una comunidad de personas enamoradísima de la fotografía, algunos ya profesionales, otros aficionados con mucho conocimiento y destreza, y el resto, gente como yo que siente una gran atracción por este oficio o hobby y que está buscando aprender de los que están más avanzados.
Era la primera vez que me saldría con el grupo, en una actividad que ellos denominaron “Safari Fotográfico” y cuyo destino era dar la vuelta al Lago Enriquillo tal como expresé hace unos días en otra entrada. Aunque ya había visitado esa zona de mi país y específicamente el lago, era evidente que esta sería una experiencia diferente.
Partimos muy temprano en la mañana, la hora exacta no lo se porque desde que llegué al punto donde planificamos reunirnos para salir en caravana y comencé a conocer la gente, no volví a tener conciencia del tiempo de ahí en adelante. Muchos de ellos obviamente, ya se conocían y los nuevos simplemente nos presentábamos y tratábamos de incorporarnos al coro y la chercha. Como es natural dentro de un grupo de aproximadamente 35-40 personas, espontáneamente se forman mini grupos y quedas con las personas con las que mas te sientes identificada.
Me sentí intimidada cuando veía la gente llegar con sus equipos fotográficos, cámaras y lentes de todo tipo, me consolaba una frase que uno de los Mansos me había dicho la noche anterior cuando le comenté que yo no contaba con una cámara profesional y entonces dijo: “No se trata del Arco ni de la Flecha sino del Indio”, entendí con esto que debía tranquilizarme y así que tomé muy enserio sus palabras y me lancé con mi pequeña Canon SD600.
Un total de trece vehículos conformaban la caravana, mis compañeros de viaje fueron Robert John (cariñosamente Chucky) fotógrafo profesional, business man, entre otras cosas y la simpática Orling, artista plástica y además profesora en su área. Los tres nos pasamos una gran parte del trayecto conversando y compartiendo temas de interés común, hasta que todo el grupo hizo la primera parada en el Parador Cruce de Ocoa para satisfacer algunas necesidades.
Luego de abastecernos y “cambiar el aceite” tomamos nuevamente la carrera del Sur viendo la mañana llegar. No tuvimos suerte con el amanecer puesto que el sol no nos brindó un espectáculo de esos que el sabe dar, pero nos entretuvimos observando el paisaje y las pequeñas comunidades lugareñas aun sin actividad por lo temprano que era.
Nos detuvimos en un Batey de Neiba, para mi era algo nuevo explorarlo, conocer sus gentes y ver personalmente sus condiciones de vida. Cuando los niños nos vieron llegar, corrieron hasta nosotros para ver que nos traía por allá. El eco se extendió de casucha en casucha y de repente estaban todos saludándonos y mirándonos. Parecían estar felices con nuestra presencia allí y a la mayoría les gustaba que les tomáramos fotos y posaban.
Ver la miseria en la que se desenvuelven estas familias casi en su totalidad haitianas y la conformidad (probablemente por no conocer otra cosa) con la que asumen su día a día, me hacían reflexionar y me recordaba lo mucho que a veces nos quejamos por tonterías, aun sabiendo que hay tanta gente que simplemente no tiene NADA y no se queja.
Llegar allí con tan buenos equipos en las manos, pero sin nada que darles me pareció un poco injusto. Tanta gente necesitada y no poder hacer nada provoca un sentimiento de impotencia terrible, pero luego cuando lo conversé con uno de mis compañeros, me dijo que con sacar del bolsillo algo para regalarle a uno correrías el riesgo de tener el resto de la comunidad encima de ti y posiblemente hasta se produciría un caos. Tristemente secundé su opinión, pero me ayudó saber que los Mansos en otras ocasiones han llevado donaciones a bateyes que corren con igual suerte, así que me pareció excelente el gesto.
Los pequeños correteaban entre los fotógrafos, posaban y quedaban encantados cuando les mostraban las fotos. En una ocasión, una pequeña me pidió que la dejara tomarme una foto y así lo hice, luego TODOS querían hacerlo! Que lío!
Salimos de allí y nos dijeron adiós desde la carretera. Mas adelante encontramos otro batey y decidimos pararnos de nuevo. Nada diferente con el estilo de vida de los anteriores. Todos los Mansos se dispersaban por la zona y buscábamos obtener imágenes interesantes de manera respetuosa hasta en los patios. Contrario al primero, en este Batey encontramos un poco de resistencia de parte de algunos jóvenes y viejos que no estaban de acuerdo con que les hiciéramos fotos y nos solicitaban que les pagáramos por ello.
Me saqué como en una “palé” a muchacho de unos 26 años que traía un tufo de ron asesino, los ojos rojísimos y también me advirtió que no quería que le tomara foto, pero si que le diera mi “mail”. Ay chichí!
Volvimos a retomar nuestro camino mientras el sol nos calcinaba la piel y se hacía cada vez mas urgente la necesidad de tomar un buen vaso de agua o refresco, por lo que una vez avanzamos unos cuantos kilómetros más, la siguiente parada la hicimos en un pequeño negocio de uno de los pueblos que se encuentran en la misma ruta que hay que recorrer para llegar hasta el lago.
Tomamos del preciado líquido, picamos alguito, las mujeres hicimos una fila para usar el baño como si se tratara de comprar una taquilla para un concierto, etc. Debajo de la sombra de un árbol nos pusimos a echar par de cuentos, Roger nos deleitó con uno que nos provocó una inmensa carcajada y así se desarrollaba nuestro peregrinaje, sin prisa, disfrutando el momento y haciendo placentero lo que sería y fue un largo, pero encantador viaje.
Subimos el ancla y partimos del puerto ya con la vista fija a nuestro objetivo principal para aprovechar bien las horas del día. Kilómetros iban y venían, empezamos a ver un poco de lago a lo lejos y dentro de nuestro vehículo temas surgían y concluían.
Pasado un buen trecho, advertimos el aviso del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales que indicaba una atracción a visitar, se trataba de “Las Caritas de los Indios”, dibujos indígenas que quedaron inmortalizados en las rocas para contarnos historias...
Continuará...
Las fotos:
Era la primera vez que me saldría con el grupo, en una actividad que ellos denominaron “Safari Fotográfico” y cuyo destino era dar la vuelta al Lago Enriquillo tal como expresé hace unos días en otra entrada. Aunque ya había visitado esa zona de mi país y específicamente el lago, era evidente que esta sería una experiencia diferente.
Partimos muy temprano en la mañana, la hora exacta no lo se porque desde que llegué al punto donde planificamos reunirnos para salir en caravana y comencé a conocer la gente, no volví a tener conciencia del tiempo de ahí en adelante. Muchos de ellos obviamente, ya se conocían y los nuevos simplemente nos presentábamos y tratábamos de incorporarnos al coro y la chercha. Como es natural dentro de un grupo de aproximadamente 35-40 personas, espontáneamente se forman mini grupos y quedas con las personas con las que mas te sientes identificada.
Me sentí intimidada cuando veía la gente llegar con sus equipos fotográficos, cámaras y lentes de todo tipo, me consolaba una frase que uno de los Mansos me había dicho la noche anterior cuando le comenté que yo no contaba con una cámara profesional y entonces dijo: “No se trata del Arco ni de la Flecha sino del Indio”, entendí con esto que debía tranquilizarme y así que tomé muy enserio sus palabras y me lancé con mi pequeña Canon SD600.
Un total de trece vehículos conformaban la caravana, mis compañeros de viaje fueron Robert John (cariñosamente Chucky) fotógrafo profesional, business man, entre otras cosas y la simpática Orling, artista plástica y además profesora en su área. Los tres nos pasamos una gran parte del trayecto conversando y compartiendo temas de interés común, hasta que todo el grupo hizo la primera parada en el Parador Cruce de Ocoa para satisfacer algunas necesidades.
Luego de abastecernos y “cambiar el aceite” tomamos nuevamente la carrera del Sur viendo la mañana llegar. No tuvimos suerte con el amanecer puesto que el sol no nos brindó un espectáculo de esos que el sabe dar, pero nos entretuvimos observando el paisaje y las pequeñas comunidades lugareñas aun sin actividad por lo temprano que era.
Nos detuvimos en un Batey de Neiba, para mi era algo nuevo explorarlo, conocer sus gentes y ver personalmente sus condiciones de vida. Cuando los niños nos vieron llegar, corrieron hasta nosotros para ver que nos traía por allá. El eco se extendió de casucha en casucha y de repente estaban todos saludándonos y mirándonos. Parecían estar felices con nuestra presencia allí y a la mayoría les gustaba que les tomáramos fotos y posaban.
Ver la miseria en la que se desenvuelven estas familias casi en su totalidad haitianas y la conformidad (probablemente por no conocer otra cosa) con la que asumen su día a día, me hacían reflexionar y me recordaba lo mucho que a veces nos quejamos por tonterías, aun sabiendo que hay tanta gente que simplemente no tiene NADA y no se queja.
Llegar allí con tan buenos equipos en las manos, pero sin nada que darles me pareció un poco injusto. Tanta gente necesitada y no poder hacer nada provoca un sentimiento de impotencia terrible, pero luego cuando lo conversé con uno de mis compañeros, me dijo que con sacar del bolsillo algo para regalarle a uno correrías el riesgo de tener el resto de la comunidad encima de ti y posiblemente hasta se produciría un caos. Tristemente secundé su opinión, pero me ayudó saber que los Mansos en otras ocasiones han llevado donaciones a bateyes que corren con igual suerte, así que me pareció excelente el gesto.
Los pequeños correteaban entre los fotógrafos, posaban y quedaban encantados cuando les mostraban las fotos. En una ocasión, una pequeña me pidió que la dejara tomarme una foto y así lo hice, luego TODOS querían hacerlo! Que lío!
Salimos de allí y nos dijeron adiós desde la carretera. Mas adelante encontramos otro batey y decidimos pararnos de nuevo. Nada diferente con el estilo de vida de los anteriores. Todos los Mansos se dispersaban por la zona y buscábamos obtener imágenes interesantes de manera respetuosa hasta en los patios. Contrario al primero, en este Batey encontramos un poco de resistencia de parte de algunos jóvenes y viejos que no estaban de acuerdo con que les hiciéramos fotos y nos solicitaban que les pagáramos por ello.
Me saqué como en una “palé” a muchacho de unos 26 años que traía un tufo de ron asesino, los ojos rojísimos y también me advirtió que no quería que le tomara foto, pero si que le diera mi “mail”. Ay chichí!
Volvimos a retomar nuestro camino mientras el sol nos calcinaba la piel y se hacía cada vez mas urgente la necesidad de tomar un buen vaso de agua o refresco, por lo que una vez avanzamos unos cuantos kilómetros más, la siguiente parada la hicimos en un pequeño negocio de uno de los pueblos que se encuentran en la misma ruta que hay que recorrer para llegar hasta el lago.
Tomamos del preciado líquido, picamos alguito, las mujeres hicimos una fila para usar el baño como si se tratara de comprar una taquilla para un concierto, etc. Debajo de la sombra de un árbol nos pusimos a echar par de cuentos, Roger nos deleitó con uno que nos provocó una inmensa carcajada y así se desarrollaba nuestro peregrinaje, sin prisa, disfrutando el momento y haciendo placentero lo que sería y fue un largo, pero encantador viaje.
Subimos el ancla y partimos del puerto ya con la vista fija a nuestro objetivo principal para aprovechar bien las horas del día. Kilómetros iban y venían, empezamos a ver un poco de lago a lo lejos y dentro de nuestro vehículo temas surgían y concluían.
Pasado un buen trecho, advertimos el aviso del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales que indicaba una atracción a visitar, se trataba de “Las Caritas de los Indios”, dibujos indígenas que quedaron inmortalizados en las rocas para contarnos historias...
Continuará...
Las fotos:
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8 comentarios:
Bienvenida al Mans@ Group, tienes muchas fotos buenas. Espero anciosamente otras historias.
un placer haber compartido este viaje contigo
excelente blog
un abrazo
Angela...
es que Manso Fotogrú... no es un grupo de fotografía... es una estilo de vivir!!....
felicidades y que puedas seguir compartiendo con los mansos...
un abrazo!!
Hector Emilio Mota PortesMarch 21, 2010 at 2:58am
Resp.: Hola Motika!
Wao, la verdad que los Mansos somos una caja de sorpresas! Me satisface muchísimo conocer tu blog, me encantó la primera parte de tu recuento. Me alegra muchísimo que hayas usado el logo, eso significa que eres verdaderamente MANSA.
Que bueno que te integraste desde el primer momento y que captaste la escencia del grupo. Que bueno que entendiste tan rápido que lo importante "es el indio y no la flecha".
Nuestros "safaris" tienen múltiples propósitos y veo que los captaste TODOS. Siempre he comulgado con la frase de que "no se puede amar lo que no se conoce" y es por eso que me ocupo de que nuestro grupo conozca nuestro país hasta en los mas apartados rincones, conocer sus recursos naturales y su gente es la única forma que podemos amarles mas y de ser solidarios con el prójimo. Integrar al grupo gente con tantan sensibilidad como tu es parte de nuestro propósito, nos da la fe que necesitamos para seguir creyendo que si se puede tener un mejor país.
Envíame tu dirección de correo para agregarte a un "mailing list" que tenemos para actividades como la de ayer, no asistí porque estaba fuera de la ciudad.
Cuidate mucho y espero con ansias la segunda parte de tu reseña. Aprovecho para dejarte la dirección de mi blog que actualizo de cuando en vez.
Copy paste al mensaje enviado a mi correo de parte de Héctor Mota
Gracias Motika!!
Angela, muy buen relato, realmente ser una mansa es lo mejor que me ha pasado, Welcome a este mundo de amistad, aprendisaje y sobre todo solidaridad.
Gracias por compartir con nosotros.
Ahhh Muy muy chulo tu blog.
Aqui te dejo el mio para que de tes un vueltecista.
http://susurrandomismejoresimagenes.blogspot.com/
Un Mega abrazo.
Nadia
Gracias a todos por sus comentarios y por la visita. Ustedes son gente mansamente nice!
Ya estaré haciendo la visita por sus blogs...
Angela!!! Que hermoso reportaje... fue un placer conocerte y compartir contigo todas esas millas de buena onda!!!! Era apenas mi segundo viaje con los Man@s y me sentía en familia, que bueno que tu experiencia fue positiva por igual! Bienvenida...
Un abrazo manso,
Orling
Señores un abrazote a todos por su cariño. Espero que siempre se den la vuelta por aqui y que hayan muchas juntaderas mansas!
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