12 abril, 2012

Tiempo de Cajuiles...

Foto: Angela Guichardo/ Derechos Reservados.
Mis entradas serán un poquito breves por la condición en que se encuentra mi mano derecha y que ya todos conocen.  

La foto que les traigo hoy, la tomé hace varias semanas cuando viajé al sur con un grupo de Facebook, ISO 100 Dominicana del cual también soy miembro al igual que de Manso Fotogrú y YourPhotoDR y otros. Nos dirigimos hacía la Playa de Najayo y Palenque, en la segunda pretendíamos esperar el atardecer y afortunamente así fue. 

El sol estuvo maravilloso, se mostró tal cual es; una esfera perfectamente redonda que ardía en fuego con el color más bello que pueda existir.

Antes de que el astro rey nos brindara su espectáculo, estando aun en Najayo, me encontré con  este niño que comparte junto a los Cajuiles el papel protagónico de la imagen. 

Desde el momento en que lo vi dirigiéndose con una media sonrisa hacía mí, mentalmente lo fotografié y lo enmarqué en un pestañear. 

Cuantos colores hermoso resultaba en esta composición mental. Así que, le pedí que dejara fotografiarlo y muy complaciente y feliz se dejó.

Foto: Angela Guichardo
Los Cajuiles, que me encantan, lucían espectacularmente coloridos y jugosos, creo que hasta los pude saborear en mi mente. Que decirle de las semillas tostadas de esta fruta? A mí particularmente me envician, me da una rica seguidilla comerlas.

Este es un majar de nuestras tierras fértiles y bondadosas,  labradas con amor por los hombres y mujeres del campo.  Los Cajuiles o Marañon como le llaman muchos, está de temporada y si ve algún vendedor como este niño ofreciéndole de esta deliciosa fruta, llévese unas cuantas y no se niegue a si mismo el placer de disfrutarla!

Buen provecho!
♥ 

2 comentarios:

Unknown dijo...

Leyendo tu artículo en voz alta, mi madre ha quedado enamorada y hambrienta de ellos a pesar de que la "cajuilera" soy yo.

Unknown dijo...

Excelente redacción! Desde el frío invierno de Chicago y mirando la nieve caer al leer tu artículo no pude evitar transportarme al bello atardecer en la playa Palenque y mis glándulas gustativas inmediatamente inundaron mi boca preparándose para recibir un bocado de la tan jugosa fruta que tanto anhelo.