Como les comentaba
en días pasados, me decidí a dar los primeros pasos para realizar uno de mis más
acunados sueños que consiste en tener un pequeño jardín, pequeño porque no
tengo mucho espacio, pero sin dudas será grande porque así es como lo voy a
querer y a cuidar.
Mi concepto se
basa en tener una vista llena de tonos verdes y brillantes colores de flores
donde los pajaritos y las mariposas se sientan libres de volar y posarse en
ellas.
Aunque fui
comprando varias matitas y las he ido sembrado en mi patio, las más especiales
han ido llegando de manos de personas queridas que me han traído desde sus
casas, algunos retoños de diferentes plantas.
Ayer recibí “hijitos”
de Orquídeas (me encantan). Patricia y su mamá Mildred me sorprendieron y
alegraron mi mañana con estos maravillosos regalos que ayer mismo planté en
diferentes tarritos y quedaron preciosos.
Como si fuera
poco, esta mañana, mi otra compañera de
trabajo se encargó de darme los buenos días con un embace repleto de plantitas.
Leidy y su tía Yolanda definitivamente hicieron mi día con estos hermosos detalles.
Mi jardín sigue
creciendo, cada día veo más verde y me fascina. Este es un “proyecto” que desde
hoy en adelante quiero llamar: #YoVeoVerde
y espero que sea una iniciativa que inspire a otros a querer ver la
naturaleza con la importancia que tiene no solo en nuestra vida particular,
sino en la de todos los seres vivos de la tierra.
En mi patio no
solo habrá flores en el futuro, habrá nombres de personas queridas impregnadas
en cada rama, cada flor o cada hoja. Mi patio ahora va cambiando, es menos
horrible que ayer, dentro de poco vestirá su mejor gala.
Transformemos lo
que no nos gusta y no me refiero a lo físico, mi patio no tendrá “manos de
pintura” ni lo podré ampliar, ni darle terminación, tampoco podré contratar a
un paisajista, pero cada planta que siembre con amor florecerá para
embellecerlo y para honrar la obra de Dios.
♥
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