Todos nosotros en algún momento de nuestras vidas hemos sido inspirados por alguien o hemos inspirado a alguien, sin importar quienes somos, de dónde venimos, ni a qué nos dedicamos.
Ser ente inspirador no tiene que ver con una clase de género
en particular, ni corresponde a un estatus social equis. No requiere el ser experto en temas de superación, ni ser espiritual,
ni gurú en la filosofía o en las ciencias.
Puede ser que el alcance de ciertos inspiradores sea una ventaja,
pues la notoriedad difunde con facilidad el mensaje, pero también hay
protagonistas anónimos que están a nuestro alrededor, muy cercanos a la
cotidianidad.
Nos inspiran e inspiramos, en las acciones buenas y ojo,
también en las malas. Quizás es momento de reflexionar…¿En qué somos inspiradores? ¿En lo positivo o en lo negativo? ¿Quiénes nos observan, en qué nos destacamos y cómo nos ven?
Decidamos y presionemos
el botón de acción. Determinemos qué queremos
transmitir, cómo y en qué nos gustaría
servir a otros para inspirarlos.
♥
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