Eran casi las tres de la tarde del sábado 17 cuando aun me encontraba en la cama sin haber comido el almuerzo ni siquiera. Recibí un mensaje en mi celular y era de parte de Orling Domínguez una amiga “mansa” es decir, de (Manso Fotogrú).
Me preguntó si iba para el safari en la zona con el grupo y le contesté que si, que tenía pensado ir (no muy convencida). Aunque ya sabía de la actividad, la verdad es que mis ánimos no estaban para eso, pero Orling volvió a preguntarme algunas cosas y así me fue entusiasmando hasta que ella misma se ofreció en pasarme a buscar.
Tuve que pararme de la cama corriendo para meterme en el baño y estar lista en los pocos minutos que me dio para llegar a mi casa, así que la comida pasó a un segundo plano aunque me preocupaba porque empezaba a sentir un fuerte dolor de cabeza, pero de todas maneras no reparé en prepararme, llenar mi cartera con mi “equipo fotográfico” y todo lo que pudiera necesitar.
Llegamos al Parque Colón frente a la Catedral Primada en la Zona Colonial y ya se distinguían algunos mansos por los alrededores. Era una tarde preciosa. Había mucha gente y además, muchos fotógrafos en particular. Personas de otros grupos amantes a la fotografía, incluyendo unos muchachos que vendrían desde Santiago se unirían a nuestro recorrido, así además aprovechábamos para conocernos y ampliar el círculo de amistad que cada día se hace más interesante.
Luego del mini discurso de nuestro compañero Raki, el querido maestro Juan de los Santos programó instintivamente la ruta. Tanto tiempo en el oficio que ya sabe por donde podíamos captar las mejores imágenes del lugar. Caminamos la calle el Conde con las cámaras en mano, ahí comenzaron los primeros flashes y me imagino que también los transeúntes empezaron a preguntarse “Y todos estos fotógrafos, de dónde salieron?”
Cuando llegamos al Parque Duarte comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia de una nube negra que desde hacía un rato nos amenazaba con arruinarnos la fiesta. Sin embargo continuamos avanzando y nos detuvimos en una feria de artesanía dominicana que exponían cerca del parque. Allí la llovizna se convirtió en una fuerte lluvia que a penas nos dio chance para movernos y unirnos con los demás en la calle las Damas. Nos refugiamos del fuerte aguacero “apretaos como anoche” bajo un toldo frente a la Fortaleza Ozama.
Algunos Mansos y de los otros grupos se dispersaron y la verdad es que no volví a ver algunas caras jamás. Cuando la lluvia volvió a ceder nos pasamos para dentro de la fortaleza que estaba inundada, no de agua sino de Mansos.
La próxima movida ya que fue casi imposible cumplir nuestro cometido fue quedarnos por un largo rato en Segafredo donde Orling y yo decidimos pedir una pizza y unas bebidas para darle frente al estómago que ya nos empezaba a reclamar.
Fue un momento de pura interrelación para los que ya nos conocíamos como para los que tuvimos el placer de conocernos ese día. Había un ánimo contagiante, mucha energía y además festejábamos el que una de las chicas estuviera de cumple, la querida y simpática Cuché. Un personaje que definitivamente es como “El Alma de las fiestas”.
Después de ahí, pensé que el safari concluiría en Segafredo hasta que alguien dijo que nos trasladaríamos al “Sartén”… Ni idea tenía de lo que era el “Sartén”, pero imaginé que se trataba de por lo menos un restaurante y les cuento que no fue así.
El Sartén es un pequeño bar ubicado en la calle Hostos y aunque supuestamente la especialidad es el Son y la Salsa, ahí se tocó “de tó”. Sorprendimos a Cuché que no sabía que le habían preparado una “fiesta sorpresa” con un riquísimo bizcocho y una picadera de la cual solo vi el reflejo de la bandeja.
Los dueños de la noche lo fueron la festejada y un chinito llamado Tag que acompañaba a un Manso nuevo y que dio una demostración de baile desde salsa, bachata, merengue y hasta perico ripiao. Las invitó a la pista y las bailó a todas con gracia y “bien bailao” y casi nunca se sentó!.
Pasamos un largo rato ahí, el ambiente era fenomenal y pude ver como es que algunos que dizque no bailan, después de unas cuantas frías no se vuelven a sentar ni en el tiempo de los anuncios. Saludos para el querido Shiro Ariyama, “el que no bailaba”.
Una vez más, el compartir con los Mansos se convirtió en una experiencia inolvidable y los lazos entre amigos se hicieron cada vez más estrechos y sinceros. Agradezco a Orling por haberme tenido pendiente y porque su llamada fue la clave para que me “sacudiera” y decidiera levantar los ánimos y a pasarla mansa y sanamente bien en compañía de toda esa gente dinámica y querida.
Felicidades a Cuché otra vez por su cumple, a todos los que se dieron cita en la zona, la gente de Santiago y las de los otros grupos que luego editaré esta entrada para poner los nombres.
Todas las fotos aquí:
♥
1 comentario:
Angelita:
Hola, te explico un poco mi comentario anterior: mi blog tiene muchas visitas, buscaba una interesante "inspiración" para escribir en el mio y no defraudar a mis lectores.La encontre en tu blog.Algunos parece que disfrutan mucho los "zafaris" y los "cuentos de la selva" y de eso no se mucho.Jane, no soy precisamente.Gracias por tu atencion y muchos cariños.
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