24 agosto, 2014

Me despertó la lluvia...

Me encanta cuando llueve, especialmente cuando puedo disfrutar el sonido y frescura de la lluvia arropada en mi cama, tomando un café o un chocolate caliente. Para mí, cosas tan sencillas como esas son placeres que valoro y me hacen feliz.

Ha estado lloviendo mucho, antes de ver la luz del naciente sábado.
Algunos planes pudieron haberse afectado, otros en cambio, se llevaron a cabo sin vacilar.

La lluvia continúa cayendo en diferente intensidad, por ejemplo, ahora, me despertó su fuerza al chocar con los toldos y ventanas. Me dio placer el frío y me arrullé en mis sábanas. Pero, como siempre me pasa al oir caer tanta agua, pienso en los techos agujerados de las casitas frágiles, en las cunas y colchones mojados  de quienes ahora la lluvia también los ha despertado. Pienso en los que deambulan por las calles, los que se abrigan a penas con sus brazos empapados.

No sé si las aves acostumbradas ya a su naturaleza, gozarán de tanta lluvia, pero ningún extremo ha de ser bueno y por ellas me conduelo. Pienso en otros animales, prisioneros de sus amos, que vigilan los patios, atados al infortunio de unos pasos contados.

Mi pensamiento está en las frías jaulas que adornan los prósperos jardines, a esta hora no hay ganas de trinar, solo el afán de buscar calor lejos de sus rejas, donde la lluvia no salpique las alas de sus dueños, aunque ya el alpiste esté hecho mierda.

Pienso hasta en los que desconozco, incluso en los que aun con cálidos hogares, se mojan.

Tratarè de conciliar mi sueño, la lluvia ha bajado su ritmo. Para cuando vuelva con fuerza, probablemente ya todos estemos dormidos, ajenos al mundo, vulnerables,o protegidos, pero cada cual en lo suyo...Lo peor, sin pensar en el otro.

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