Esta mañana, Elizabeth, mi mejor amiga en el
trabajo, me preguntaba si tenía algo de comer, y le dije que no, que solo le
podía ofrecer un chiclet, y obviamente rechazó la propuesta porque eran ya casi
las 11:30am y aunque no faltaba tanto para el almuerzo, "hacía hambre",
pero había que esperar.
De pronto, ella recordó que otro de nuestros
compañeros podría tener algo mejor que chiclets y cuando iba a averiguar qué
conseguía, le dije en tono de broma, pero muuy en serio…”trae para las dos”.
Cuando mi amiga regresó, vino con un vasito
repleto de almendras y pasas que se veían sumamente apetecibles, sumándole la “inquietud”
del estómago.
Las almendras, definitivamente ¡me encantan! y Elizabeth
tan desprendida compartió conmigo lo que hasta cierto punto, podía ser
insuficiente para calmar su hambre, y aun con esas limitaciones me ofreció la
mitad.
Sabiendo lo mucho que ella disfruta tanto como
yo, las nueces y este tipo de meriendas, me vino una breve reflexión que con
mucho gusto les cuento.
Este “insignificante” episodio que puede ser ignorado
por la rutina en la que nos sumergimos cada día, tiene una gran fuente de
enseñanza. Me llevó a pensar y a
cuestinarme a mí misma en este ejemplo, el
de la abundancia, en ese tiempo de bonanza que a nosotros se nos hace más fácil
dar o desprendernos de las cosas, mientras nuestros ojos ven que las arcas están
llenas.
Obviamente, me refiero al promedio de personas
que dar no les cuesta tanto o compartir está inculcado dentro de sus valores,
porque sabemos que hay gente que aun en sobreabundancia, su sed y egoísmo es tan
insaciable que nada les “sobra” y todo les “sirve”.
Otras en cambio, como mi amiga, de lo poquito no
vacilan para dar, tal y como hizo Jesús, que repartió cinco panes y dos peces y
calmó el hambre de cinco mil hombres.
¿Te has fijado cómo reaccionas o actúas cuando tienes
poco y el angelito bueno te indica que hay que repartir de ese poquito del cual
casi no quedará nada para ti?
¿Realmente damos de lo que nos duele porque casi
no tenemos y nos hará falta, o regalamos lo que nos sobra y ya no queremos?
¿Hasta dónde estamos dispuestos a compartir con
los que necesitan?
¿Cuánta hambre estamos dispuestos a pasar por otros?
¿Cuánta hambre estamos dispuestos a pasar por otros?
¡Feliz día!
2 comentarios:
Hola, Angela:
Hoy me acordé de ti... hace seis años comencé a publicar en la red, tú fuiste la primera persona que llegó a mi blog para dejarme un comentario.
Muchas gracias por tu amistad.
Un abrazo.
Hola, Angela:
Hoy me acordé de ti... hace seis años publiqué mi primera entrada y tu fuiste la primera persona que me regaló un comentario.
Muchas gracias por tu amistad.
Un abrazo.
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