13 diciembre, 2011

Ser cortés, educa.

Ilustración: Angela Guichardo
Actualmente, pudiéramos señalar más de un culpable a quien atribuirle nuestra decadencia en el uso de las normas de cortesía. El estrés, el calor, el tráfico, las muchas labores y el poco tiempo, la prisa, los problemas, la economía, el gobierno, el aumento de la gasolina, la multa del Amet, las deudas, el colegio de los hijos, el BB, el chat, en fin un sinnúmero de cosas que nos angustian, nos distraen y hacen que cambiemos repentinamente de humor.

Sin embargo, es sano reflexionar que mientras nos dejemos arrastrar por todas estas corrientes que son inevitables en el mundo moderno, no debemos permitir que estos avances y la rapidez con la que se mueve el mundo nos robe lo poco que nos queda porque ni la ciencia, ni la tecnología, ni los nuevos descubrimientos podrán insertarte en un chip el ser cortes con tu familia, tus amigos, tus compañeros de trabajo, tu pareja y en general con todas aquellas personas que cada día tienes un intercambio fugaz o duradero que puede ser de palabras, gestos o de forma escrita.

Nadie absolutamente nadie, debe pedirte ni obligarte a ser amable con los demás y corresponder un saludo, una sonrisa, un gesto. Todas estas son condiciones y valores intrínsecos de cada persona y como tal, se hacen notar con espontaneidad. Posiblemente nuestros progenitores se esmeraron en impregnar estas normas mientras íbamos creciendo en el seno de su hogar ya que el comportamiento de los hijos es muchas veces un auténtico reflejo de cómo han sido como padres o tutores, y a quién no le agradaría tener hijos bien educados y que su conducta hable por si misma de lo que recibieron en casa?

Haz resplandecer la educación que aprendiste en casa, por menos enseñanzas que hayas recibido de tus guías, seguro que en algún momento escuchaste las palabras: “Gracias, “Buenos días”, “Buenas tardes”, “Buenas noches”, “Por favor”, “Con su permiso”, “Disculpe” y muchas otras frases más cuyo sonido jamás resultará gastado si los usas en el momento adecuado.

Las normas de cortesía son un termómetro de lo que eres como ser humano, el valor que le das a tus semejantes, tu satisfacción con la vida, la expresión de gratitud con Dios por permitirte interactuar con otras personas. Te imaginas un mundo sin compañía, en total soledad? o peor aún, rodeado de mucha gente, pero con las que resulte desagradable compartir?

Cuando somos corteses educamos a otros con el ejemplo, promueve una buena imagen de nosotros y hasta nos libera de las presiones del día. Demuestra que no sólo eres sociable virtualmente como es la moda de hoy día, sino que eres un ser íntegro y coherente en tus actitudes dentro y fuera de la gran red donde te desenvuelves.

Tú decides si te dejas llevar por la frialdad que trata de arroparnos, si formas parte de aquellos que andan con la mirada hacia abajo o si por el contrario, buscarás los ojos del próximo que te pase por el lado y quieras iluminar el momento con un sincero “Buenos días” y una refrescante y bella sonrisa en tu cara.

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