02 septiembre, 2014

¿Qué es lo que das?


Esta mañana, Elizabeth, mi mejor amiga en el trabajo, me preguntaba si tenía algo de comer, y le dije que no, que solo le podía ofrecer un chiclet, y obviamente rechazó la propuesta porque eran ya casi las 11:30am y aunque no faltaba tanto para el almuerzo, "hacía hambre", pero había que esperar.

De pronto, ella recordó que otro de nuestros compañeros podría tener algo mejor que chiclets y cuando iba a averiguar qué conseguía, le dije en tono de broma, pero muuy en serio…”trae para las dos”.

Cuando mi amiga regresó, vino con un vasito repleto de almendras y pasas que se veían sumamente apetecibles, sumándole la “inquietud” del estómago.

Las almendras, definitivamente ¡me encantan! y Elizabeth tan desprendida compartió conmigo lo que hasta cierto punto, podía ser insuficiente para calmar su hambre, y aun con esas limitaciones me ofreció la mitad.

Sabiendo lo mucho que ella disfruta tanto como yo, las nueces y este tipo de meriendas, me vino una breve reflexión que con mucho gusto les cuento.

Este “insignificante” episodio que puede ser ignorado por la rutina en la que nos sumergimos cada día, tiene una gran fuente de enseñanza.  Me llevó a pensar y a cuestinarme a mí misma  en este ejemplo, el de la abundancia, en ese tiempo de bonanza que a nosotros se nos hace más fácil dar o desprendernos de las cosas, mientras nuestros ojos ven que las arcas están llenas.

Obviamente, me refiero al promedio de personas que dar no les cuesta tanto o compartir está inculcado dentro de sus valores, porque sabemos que hay gente que aun en sobreabundancia, su sed y egoísmo es tan insaciable que nada les “sobra” y todo les “sirve”.

Otras en cambio, como mi amiga, de lo poquito no vacilan para dar, tal y como hizo Jesús, que repartió cinco panes y dos peces y calmó el hambre de cinco mil hombres.

¿Te has fijado cómo reaccionas o actúas cuando tienes poco y el angelito bueno te indica que hay que repartir de ese poquito del cual casi no quedará nada para ti?

¿Realmente damos de lo que nos duele porque casi no tenemos y nos hará falta, o regalamos lo que nos sobra y ya no queremos?

¿Hasta dónde estamos dispuestos a compartir con los que necesitan? 

¿Cuánta hambre estamos dispuestos a pasar por otros?


¡Feliz día!

2 comentarios:

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Angela:

Hoy me acordé de ti... hace seis años comencé a publicar en la red, tú fuiste la primera persona que llegó a mi blog para dejarme un comentario.

Muchas gracias por tu amistad.

Un abrazo.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Angela:

Hoy me acordé de ti... hace seis años publiqué mi primera entrada y tu fuiste la primera persona que me regaló un comentario.

Muchas gracias por tu amistad.

Un abrazo.