15 noviembre, 2011

Nuestro aporte a la sociedad...

El Home de todos los periódicos digitales de este país, debería tener un mensaje de advertencia con letras bien grandes que diga: “La información contenida en este medio, no es apta para personas sensibles” o “Las noticias publicadas en este diario pueden contener informaciones perturbadoras. Se requiere la compañía de un Psicólogo”.

No soy una persona que gusta de dar relevancia a los factores negativos que dañan la imagen de mi país y no es que busque con esto “tapar el sol con un dedo” sino que también hay en él, tantas cosas buenas que resaltar, que siento una falta de justicia cuando sólo se enfoca a lo que es dulce al paladar de los sensacionalistas y morbosos.

Tampoco es agradable que me sirva de consuelo el saber que no somos los únicos y que ésta advertencia encaja posiblemente en todos los diarios del mundo, unos más que en otros. No es un secreto que en todas partes “se cuecen Habas”. Por desgracia, todos los países tienen sus males, muchos luchan por erradicar algo, en casi todos habitan los antisociales y los corruptos (por resumir).

Nuestros diarios dominicanos son un espejo del oscuro acontecer que día a día absorbe una sociedad que tuvo hace un buen tiempo atrás, la dicha de conocer lo que era vivir en paz, vivir con las puertas abiertas, andar sin temor en las calles, lucir sin miedo una prenda, estacionar frente a su casa un vehículo sin los seguros puestos, tener galerías y ventanas sin rejas, no como las celdas que hoy nos encarcelan. Nos hemos convertidos inadvertidamente en “Presos Domiciliarios”.

El rol que a los padres actuales nos ha tocado asumir puede que tenga ciertas ventajas con respecto al que les tocó a los míos cuando cuidaban de mí, aunque; haciendo un ejercicio mental y rápido, el resultado es una pobre y no convincente lista.

Vivimos muertos de miedo por nuestros hijos, hasta cuando están en el frente de nuestros propios hogares! Quisiéramos que toda la diversión que los atrae a  salir a las calles la encontraran en casa,  para poder irnos tranquilos a nuestras camas. Tanta precaución nos ha tildado para ellos como “padres sobreprotectores”, y es que en verdad, nuestros muchachos,  aparentemente no husmean el peligro que a todos nos acecha en este difícil tiempo.

Quisiera cumplir con el propósito fundamental que lleva denunciar una causa, un problema, y es el plantear también una posible solución al caso; sin embargo, no la tengo absoluta. Solo puedo decir que desde mi posición, como mujer, como jefa de hogar, como madre, como tía, hago lo posible de que la generación que nos reemplaza en la familia,  sean hombres y mujeres de bien, con valores bien fundados y no mal influenciados, sintiéndose amados e  irrepetibles en el lugar que nos ocupan.

Que sirvan de ejemplo para una vez más reafirmar que la cuna que los mece, que los ve gatear, treparse, caminar y hasta finalmente correr, ha sido su mejor escuela. Herederos de un legado cultivado en valores, sentimientos y fe en Dios para que continúen la cadena con sus sucesores y gracias a su aporte, SIEMPRE existan en el mundo gente buena y no haya lugar para sentir que todo está perdido.