31 marzo, 2009

El que anda con lo ajeno...

Hace poco estaba recordando una de las tantas vergüenzas que pasé cuando tenía unos trece o catorce años…

Para ese entonces obviamente no trabajaba y dependía hasta de la sombra de mis padres. Como era bien desarrolladita para mi edad, la ropa y los calzados de mi hermana me servían como si fueran míos, eso causaba mucho malestar en ella porque decía que yo le “quemaba” su closet…

Una tarde mientras ella trabajaba, me fui a pasear con unos zapatos bien lindos que se había comprado. Me quedaban de los más mono y no vacilé en aprovechar su ausencia para figurearlo en mi salida.

Mientras iba cruzando una calle con mucho glamour y comparonería, un carro aceleró un poco la marcha y al ver que debía apresurarme para llegar al otro lado rápidamente, corrí un poquito y la suela del zapato derecho se deslizó como si fuese una pista de patinaje y el efecto de la gravedad no se hizo esperar y me llevó en un segundo sobre el pavimento. Quedé curiosamente arrodillada como el que pide perdón medio a medio a la vía y con los ojos de todos los transeúntes encima.

La amiga que me acompañaba no hizo otra cosa que reírse y burlarse de mi mala suerte. No recuerdo haberme levantado tan rápido de una caída para no correr con el infortunio de que un pretendiente que vivía cerca del lugar me viera en tan desdichado acto.

Lo inevitable fue el problemón que me busqué con mi hermana porque los benditos zapatos se despegaron.

Definitivamente, el que anda con cosa ajeno en la calle lo dejan encuero...\


Ilustración: Angela Guichardo

1 comentario:

Guido Gil Buonpensiere dijo...

Mi hermano paso las de cain conmigo tambien!!!

jejejeje

Muy bueno