


Compramos los tickets de entrada por valor de 10 míseros pesos (US$0.27)lo mismo que costaba hace unos 3 ó 4 años cuando fui. Soy de opinión de que deberían cobrar más porque aunque no haya tantas atracciones más que la del doblemente salino lago y las Iguanas, una mejor recaudación ayudaría un poco más al mantenimiento y conservación de las especies de este remoto parque.


A pesar de todo, del odioso calor por las altas temperaturas, la sequía propia de las tierras sureñas, y los daños que han alterado la extensión del Lago Enriquillo, el paisaje no deja de ser hermoso y capaz de despertar curiosidad y asombro por su misteriosa existencia.

Ante nuestro asombro y advertencia por el riesgo, le aconsejábamos salir de allí antes de que lo sorprendiera un “La Coste”. De todos modos, el morbo y lo espeluznante llevó a algunos a tener sus cámaras listas en caso de cualquier eventualidad, sobretodo el modo de “video”. Que malos son! jajaja!☺

Como ya “hacía” hambre, nos fuimos en busca de comida y partimos hacía La Descubierta que queda a no más de 4 Kms del parque.
El tema de la comida me preocupaba un porque en un viaje en el que hay que recorrer tanta distancia fuera de casa hay que ser MUY cuidadoso con lo que se come, que se come y donde. Así que aunque sentía que debía echar algo sólido a mi estómago esas precauciones me tenían un poco dudosa de que encontrara algo que me convenciera.
Llegamos a un balneario de aguas dulce llamado Las Barías, precioso y ligeramente fresco lugar, sobretodo después de estar expuesta al sol y al calor por tanto tiempo. Ahí había más movimiento de gente, muchos bañistas disfrutaban las frías aguas y otros degustaban la comida criolla cocinada en leña. Después de observar bien las diferentes opciones me decidí como casi la mayoría del grupo por un Moro de Gandules con carne de Chivo que dicho sea de paso estaba muy buena.
Reposamos sentados debajo de los árboles, acompañados de un rico café con un ligero toque de canela y unos postrecitos de frutas y galletitas de higo que brindaron mis compañeras.
Pasado el tiempo, nos marchamos hacía Jimaní para continuar dando la vuelta al lago. Robert, Orling y yo no nos fijamos la vía que habían tomado los primeros en salir de Las Barías, así que optamos por la ruta que el instinto nos llevó creyendo que era la misma de ellos. Después de avanzar varios kilómetros nos dimos cuenta que definitivamente se habían ido por otro lado y que solo Boogie Tek (otro compañero) nos seguía en su carro.



Dentro del mercado fuimos muy cuidadosos con las fotos que tomábamos, tratamos de no enfocar a la gente, pues los hombres y mujeres laboriosos tenían cara “poco amigable” y no los culpo, trabajan muy duro de sol a sol, entre una brisa caliente y polvorienta.

El atardecer marcó el punto de salida para emprender el regreso a casa. No puedo dejar de mencionar el bellísimo paisaje que observamos mientras íbamos en la carretera en lo alto de una montaña y al fondo la impresionante llanura sureña.
Esta es una tierra bendecida por Dios. No importa la estación del año o el punto cardinal donde te encuentres en RD, todo tiene una belleza genuina y singular que nos hace sentir verdaderamente orgullosos de haber nacido aquí.

Gracias por su receptividad, por dejarme compartir junto a ellos todo un día completo y los felicito de corazón por el sentimiento que ponen al capturar imágenes que reflejan sin dudas, sus emociones, el amor por su tierra, su gran sensibilidad y el alto valor a la amistad.
Gracias por todo, chic@s!
Yo soy Mansa, y tu??
Hasta una próxima aventura!
Fotos:
♥
2 comentarios:
Nitida las pics y tus impresiones del viaje :)
Me encantó esta segunda parte. No había tenido oportunidad de leerla. Que pena la perdida al salir de La Descubierta :-(
Un abrazo Manso
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