23 agosto, 2010

La primera vez que fui a una Playa...

He escrito tantas cosas en este blog acerca de mi niñez, que no recuerdo si una vez le conté sobre mi primera visita a la playa…

Para finales de los 70 y 80 la vida no era tan complicada como lo es hoy y se disfrutaba de un ambiente MUY sano. Existía la convivencia bien llevada entre amigos, vecinos y conocidos. La juventud era quizás menos rumbera que hoy, pero gozaban de fiestas en las casas, cocinaos, angelitos, serenatas, etc.

También se organizaban giras a las playas para la gente del barrio. Se hacía el anuncio en varias cartulinas y se describían todos los detalles del “tour”, fecha, lugar, precio, nombre de los organizadores, hora y lugar de salida. Luego se colocaba en todos los postes del alambrado eléctrico y en los colmados del sector.

En esta ocasión a la cual voy a referirme a continuación, uno de mis hermanos era parte de la organización de un viaje a Boca Chica en sociedad con otro amigo, así que, casi toda mi familia estaba obligada a apoyarlo y fue la excusa determinante para que mi madre me diera permiso para poder ir a conocer la popular playa en compañía de mis hermanos.

Recuerdo con nitidez el cargamento en la guagua de ollas fletada de espaguetis, pan, moro, huacales de refrescos, el musicón de unos radios cuadrados con dos bocinas que los muchachos con Afros se encaramaban al hombro (incluyendo a mi hermano Bernardo), y el viaje de gente alborotada, alegre y trasnochada por estar puntual a la hora de salida del tan esperado paseo.

Como Boca Chica mantenía un nivel de agua poco riesgoso para cualquier persona, no existía tanto temor al peligro debido a la suavidad de sus olas. Obviamente, yo no lo sabía! Estaba súper emocionada, admirada y asombrada por la belleza de la playa y que más ansiaba era meterme al agua a dar mis pininos con las brazadas. Eso creía yo…

Me soltaron en la orilla e inmediatamente caminé unos metros hacía el agua y de pronto comencé a MAREARME por el vaivén de las olas…se me extraviaron los ojos, mi cuerpo se tambaleaba hasta que sin poder evitarlo caí como una Guanábana al agua!

Tratando de reponerme entre el susto, la desagradable sensación del mareo y mi temor a que me vieran mis hermanos mientras me “ahogaba”…pataleé incontrolablemente mientras me ajustaba un tremendo buche del agua más salada que había pasado por mi traquea!

Dí manotazos y manotazos en el agua buscando encontrar el equilibrio y no morir aventada de agua en mi primer encuentro con ese balneario…pensaba dentro de mí: “Debo llegar hasta donde no me ahogue”… Y no sé si ustedes recuerdan un capítulo del Chavo del Ocho cuando todos se fueron de vacaciones a Acapulco y Quico parecía ahogarse en una piscina y cuando se paró, el agua le daba a penas por las RODILLAS!, eso exactamente me pasó a MI!, ya que con unos diez u once años era tan larga como una varilla…


Ilustración: Angela Guichardo

2 comentarios:

Enriquillo dijo...

Jajajajajaja!!!! Porque habrá tantas historias parecidas en el agua!

Mira que linda terminó la varillita esa!

Anónimo dijo...

Todos hemos tenido una que otra experiencia en el agua, recuerdo el día que me estaba bebiendo agua "EN LA ORILLA" de la Playa Dominicus, que barbaridad, jeje.

Buen post.