La primera vez que tomé clases de inglés en la escuela, quedé enamorada de la nueva asignatura y el interés de tener la posibilidad de hablar en otro idioma se hizo cada día mas latente.
Mi hermano mayor que siempre ha sido como mi ángel guardián, no perdió tiempo y al observar mi entusiasmo buscó un pequeño instituto donde pudiera ir aprendiendo las bases del inglés hasta que pudiera ingresar a un centro mas avanzado.
Tenia unos trece años para ese entonces, casi una señorita y el proceso de “desarrollo” empezaba a notarse por lo que aparentaba mas edad que la real. Entré a estudiar a un centro que era de adultos. Yo estaba fascinada y me sentía grande puesto que empezaba a relacionarme con gentes mayores que yo.
El instituto no mantuvo sus puertas abiertas por mucho tiempo, pero de ahí guardo lindos recuerdos. Hay una anécdota que nunca olvidaré y que actualmente me ha servido para tomar en cuenta algunas de las cosas que los padres NO debemos hacer.
Un día de clases mi mama me obligó a ir con un vestido que habia sido de mi niñez reciente y aunque ya no coincidía exactamente con mi tamaño, ella juraba que aun me quedaba bien y además decía que estaba muy “chiquita” para querer andar vestida de otra forma que no fuera con esos trajes tipo Candy Candy.
Recuerdo que ese vestido se convirtió en el más odiado a partir de ese momento, era azul con bolitas blancas muy pequeñas y unos tres vuelos de faldas, manguitas abuchadas y el gran lazo que ajustaba bien mi ya extendida cintura.
No valió pataleos, ni caras largas para evitar emprender mi camino al centro disfrazada de la Pinky, sentía todas las miradas de la gente sobre mi. Parecía una retrasada, un fenómeno congelado en el tiempo, una tremenda manganzona!. Fingía poner cara de felicidad por llevar ese “hermoso” vestido, y respiraba con cuidado para que no fuera a zafarse el zíper de la espalda.
En lo profundo de mi interior solo se me ocurría preguntarme cómo era posible que mi mama me “odiara” tanto y me hiciera pasar por esas cosas.
Llegué a mi destino, donde por fin me sentiría fuera del foco y la atención de los mirones, ansiaba pasar en paz mis dos horas allí y que al regreso oscureciera un poco para esconderme en la penumbra y pasar desapercibida por aquel camino que sin serlo parecía el más largo de todos..
Lo que creí mi flota de salvavidas no duro mucho en desinflarse, pues el primero que me recibió fue el Director del instituto a quien le había tomado mucho aprecio, lo peor que hizo al verme fue no haberse podido guardar el comentario para cuando me fuera… tuvo que decírmelo de entrada: Angela, pero tu estas muy grande para usar esos vestidos!!
Ilustración: Angie Guichardo
9 comentarios:
jejeje! Bellísima narración, con el final más inesperado. Cuando era niño me sucedió algo muy parecido, por supuesto no con un vestido, sino porque me dejaron "coco liso" y así tuve que andar hasta que me creció el cabello.
salu-dos, siempre es un placer estar por aca!
wao angie no crea que solo te ha pasado a ti, muchas han pasado por esa situaccion pero creeme ya ninguna niña no usan vestido todas solo quieren usar pantalones
La madre de mi Vielka es medio necia con eso de los vestidos, de manera que supongo que en 5 años mi pichona tendrá que pasar por una manganzonería parecida. Y no hay manera de que la haga entrar en razón, de que no vista a Vielka de vieja... No hay forma!
jojojo Como te va? Cuando puedas pasa por mi blog para que leas lo último que he escrito...cuidate!
ay jeshu, esa historia a mi también me parece conocida, Dios!, cuántas veces escuché esa frase "Pero mi hija y ese conjunto/jompa/vestido te keda fabuloso, pareces una princesa"
Grrr ke pike y ke risa a la vez.
Que cosas las de la vida, Angie...
Cada vez que te leo aprendo algo para aplicarlo en mi diario vivir, junto a mis hijos.
Gracias,
Un abrazo.
A mi me hacian eso mismo con una chacabana azul clara manga corta, de 4 bolsillos y unos pantalones de Mayorguin!!!
Ya sabrás!!!
Espero que esos tiempos se hallan superado. A veces los padres quieren imponer sus gustos a la fuerza, sin interesarle lo que sienta el muchacho.
Guayy que risa angie!
Si supieras que yo nunca podré olvidar tampoco lo que me hizo mi mamá una vez.
Tenía yo 12 años, y nos habían invitado a unos 15 años, igual, de unos amigos de la familia muy pudientes$$ imaginate, en aquella época, Osvaldo Cepeda y Cepeda, quien era mi vecino, fué el maestro de ceremonia de dicha celebración. Mi madre me había mandado hacer un traje que Dios mio!! no queria usarlo, me opuse, pero imaginate tú, yo con esa edad, al final tuve que ceder a los deseos de mi mamá y me tuve que ir a los quinceaños con el trajecito, el asunto es, que cuando he llegado a la fiesta al club, muchos de los asistentes que al parecer no conocian a la quinceañera, pensaron que se trataba de mi, y empezaron a felicitarme y yo con una cara de tonta :s cuando llegó la quinceañera, puedes creer el que traje mas lindo lo llevaba yo puesto, te digo eso, porque cuando fui al baño escuché a unas murmurarme, y decian: Oye, pero la quinceañera si está fea, y mirala a ella, esta si que parece que es la quinceañera con ese traje..jajajaja
Que cosas, eh!
Publicar un comentario