No estoy segura si fue para la graduación de bachiller que a mi hermana le mandaron a confeccionar un traje largo, era verde “encendío”, verde cotorra como solemos llamarle. Imagino que alguna buena oferta tuvo que incidir para decidirse por el color y la textura de la tela habiendo toda una gama de colores preciosos incluyendo el mismo color esperanza pero en otra tonalidad no fuese tan atrayente.
El traje tenia doble tela, una muy fina que iba encima y la otra debajo de Tafeta, la cual por naturaleza brilla bastante y es usada por lo general para forro en cualquier confección que lo amerite.
Resulta que cuando ya mi hermana dejó de usarlo, mi querida madre que le encantaba practicar junto a mi tía Marina las labores que de niña les enseñaron en su época, una de estas era coser, se le encendió el bombillito del “reciclaje” y comenzó a diseñarme un traje con la misma tela de la ya desfasada prenda.
No me preguntó si yo deseaba un vestidito de ese color, creo que más bien trató de darme una “sorpresa”. Al finalizar su obra de arte, había mucha diferencia entre el original y el nuevo. Al verlo, extrañé la belleza del otro y al probármelo, de inmediato me negué a usarlo porque no era muy práctico para una niña de unos once años que todavía estaba en la edad de brincar y treparse sin cuidado en cualquier columpio sin la preocupación de que se le vieran los pantys, que dicho sea de paso para ese tiempo eso era un pecado.
La estructura del mismo consistió en: La tela del forro ya no era forro, estaba arriba deslumbrante, haciéndole competencia al sol y como novedad le incorporó unos vuelos de tela de Cebolla, es parecida a la Organza, pero más gruesa y hasta pica al contacto de la piel, por si no se acuerdan, con ellas hacían o hacen flores.
El primer vuelo de la falda era de Tafeta y se le fue la mano cortando porque hasta le quedó medio corto, el segundo era de Cebolla, por ser una tela transparente si me bajaba mucho se me veían los interiores.
Llegó la invitación para el 1er. cumpleaños de mi primita Rosángela y la opción que mi mamá eligió para tal evento fue precisamente su creación verde lumínico encebollado! De ir con él, hubiese preferído no asistir a la fiesta, a pesar de que lo celebrarían en un parque, con todos los poderes con que se acostumbra a festejar el primer añito de una hija única de un matrimonio joven y con po$ibilidades, todo por no ser el centro de atención en cuanto provocara el reflejo del astro sol en mi cuerpo y dañara la visión de los demás invitados.
No hubo forma, me llevaron al cumpleaños una vez más vestida al gusto de mi estricta madre, quien se sentía orgullosa de su obra. Una ocasión mas para sentirme entrecogida y tímida, sin moverme mucho para evitar enseñar los Blumens, sentadita, percibiendo la mirada de todos y envidiando a todas las demás niñas correr descuidadamente y disfrutar de la fiesta entre columpios, toboganes y otras actividades que realizaban los payasos.
Mi madrecita lo hacía con tanto gusto para mi y se lo agradezco hoy día, pues al fin y al cabo no estaría disfrutando tanto al contarles estas duras vivencias!
4 comentarios:
Mismo comentario anterior!
Tú me excusas, Angie... pero...
QUE MARDITA RISA!!!!!
Jajajajajajajajajjajajajaja
Tus posts están fabulosos!
Eso se llama: "Crear caracter", pero a la mala...muy mala!
muajajajajaja que bien logras narrar esas vivencias tan auténticas! Si escribieses un libro, no dudaría en leerlo.
A-brazos angie!
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