07 septiembre, 2009

Página en blanco...

Cuando estaba adolescente, comencé a escribir una novela la cual tentativamente llamé: "La vida secreta de Laura Reid". No se trataba de una historia fuera de lo común, si nos mas bien de un ensayo más, tan "simple" y "tímido" de alguien pretencioso que a esa edad creía saber un poco de la vida.

Solía visitar a mi vecino, el Periodista Neibano Eurípides Herasme (E.P.D.). Un exquisito conversador que descubrí gracias a mis hermanos que de vez en cuando me llevaban a acompañarlos a ver televisión en su casa junto a su esposa Doña Nelita.

De él aprendí a ver varios programas simultáneamente, porque Don Giogio (su apodo) era sumamente inquieto cuando tenía el control de la tele en sus manos. A veces estábamos viendo un interesante partido de los Lakers y él en el mejor momento cambiaba de canal para ver la continuación de lo otro que estaba viendo.

Mi hermano Marino lo bautizó como la "Biblioteca Ambulante", por su gran sabiduría y amplio conocimiento de cultura general. Guardo gratos recuerdos de él, su desbordante sonrisa y el trueno característico de su inolvidable voz.

Cuando ya llevaba escritas unas cuantas páginas de mi historia, le comenté a Don Gigio sobre mi atrevimiento, y él con mucha alegría recibió mi noticia y hasta cierto punto me admiró por ello. Me pidió ser el primero en leerla y hasta se ofreció para corregirme.

Pasó el tiempo, y siempre me preguntaba por mi novela. Yo afanaba por darle forma a mi historia y rezaba para que no expirara mi musa inspiradora sin antes darle un apropiado fin. Hasta que sucedió lo indeseable, "tiré la toalla" y sin vacilar, al primer cuestionamiento de mi querido vecino le contesté: Don Gigio, he metido a mis personajes en tantos líos, que ahora no sé como resolverlos!"

El se fue en risas en ese momento, pero también me dijo con seriedad que "Todo se podía resolver".

Como cosas de la vida, hoy también me río de mi respuesta, y comparo mi frustrada novela con mi propia vida, pues a pesar de los casi 40 que se “reguindan” de mi espalda, todavía no logro salir ilesa de algunos de mis líos.

Lástima que ésta no sea una simple libreta donde se arranca una hoja dañada y se comienza en otra página en blanco por más fácil que parezca.

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Don Gigio, donde quiera que esté, Dios lo bendiga!

1 comentario:

Darío Martínez Batlle dijo...

Diache, pues también eres una escritora con novelas frustradas... Así tengo yo más de una que nunca he continuado. Pienso que quien quiere escribir algo tan ambicioso como una novela jamás puede pretender durar mucho con ella. Junot duró 10 años con Oscar Wao, y así hay casos excepcionales, pero la verdad es que la Angie de hace diez años habría escrito la historia de sus personajes de una forma muy distinta a la Angie de hoy día. Por eso, las novelas natimuertas nuestras lo son porque ya no somos los que las empezamos...

:(

Nada, un día deberíamos ponernos en serio a juntar personajes tuyos, míos y de dos o tres más a ver si nos inventamos algo. Mientras Moisés y Mingo sigan sólo vivos en mi mente, jamás van a salir de allí... por poner sólo un par de ejemplos...