21 noviembre, 2009

La fuerza de la palabra de Dios

Creo que fue para la navidad pasada, un ex compañero de trabajo me puso a escoger una tarjetita entre un grupo de ellas que sostenía en sus manos.

La que saqué de allí contenía un mensaje cristiano que decía: “Buen remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos” Proverbios 17:22

Agradecí a mi amigo por el regalito y aunque en ese momento leí solo por curiosidad el mensaje no fue sino hasta hace unos pocos meses que encontré motivación o quizás consuelo en el.

Justo unos meses atrás me encontraba pasando por una situación laboral muy difícil. La empresa había adquirido mas trabajo operativo y con ello se cambiaron muchos procesos, había demasiado que aprender y ejecutar en poco tiempo o más bien sobre la marcha.

Fueron momentos en que estaba a prueba la capacidad individual de adaptarse a los cambios, de romper corazas y acunar los nuevos retos que se nos iban presentando. Era el tiempo para olvidar el “esto siempre se ha hecho así”, de lo cual no es tan sencillo desprenderse.

Por todas estas cosas y mas teníamos razones para quejarnos, para ofuscarnos, para enfurecernos y lo peor de todo, nos causaba un estrés terrible que llevábamos con nosotros a nuestras casas.

Fue entonces que buscando entre algunos papeles personales que guardo en mi escritorio que me encontré de nuevo con aquella tarjetita que había quedado traspapelada luego de la mudanza por la restructuración del área física.

“Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos.” …Volví a leer y fue como un flechazo justo en la llaga. Grandioso mensaje para reflexionar y ver el lado positivo del momento y lo que se avecinaba. Tremendo consejo para poner en práctica y para compartirlo con los demás.

Coloqué la tarjetita donde pudiera leerla todos los días y escribí el proverbio en la firma de mi correo debajo de mis teléfonos con un color que resaltara, pero con una letra muy prudente para no crear desbalance. A todos a quienes por alguna razón les envío un correo les llega el mensaje.

La semana pasada recibí una nota de parte de una compañera diciéndome que le gustaba esa “frase” que tenía en mi firma. Justo esta semana, recibí la llamada de un nuevo compañero que trabaja para la compañía en Puerto Rico y como aun no nos conocemos mucho solo que hemos intercambiado llamadas y correos por asuntos breves de nuestras labores me sorprendió muchísimo cuando sus primeras palabras al contestarle fueron: “Gracias, Angela.”

Por qué?, le pregunté. Y me contestó diciendo: “Porque he recibido por medio a ti una bendición.”
Aun no sabía a qué se refería mi compañero, pero no tardó en decirme que a través de esa que parece ser una simple frase había encontrado apoyo por la situación que estaba atravesando. Sumó a todo esto la crisis que como el resto del mundo se está sintiendo en su país y como de deprimida está la gente.

Nosotros sabemos muy bien lo que pasa por allá y por tanto compartimos unas que otras palabras de aliento. Me comentó que se sentía tan desconcentrado antes de recibir mi correo que no sabía de qué hablaría en el próximo culto de la iglesia (me acaba de enterar que era cristiano) y como testimonio de cuan lejos había calado el momento en el cual llegó el proverbio, esa sería su lectura definitiva para compartir con sus hermanos.

Me sentí profundamente contenta su gesto y por haber sido utilizada a través de la palabra de Dios para confortar a alguien. Le dije que es a Dios a quien debe agradecer porque no se trataba de mí sino de él, que está pendiente de sus hijos.

Así lo reconoció como hombre de fe que es, pero quiso dejarme enterada de que las bendiciones llegan a través de cualquier detalle y precisó en lo importante que es compartir con los demás a veces hasta una simple frase porque esto puede hacer la diferencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tu testimonio y la frase que compartes me he calado el alma.
Ha llegado en el momento justo.
Gracias. La cadena continúa.


un gran abrazo.

Angela Guichardo dijo...

Me encanta leer esto!

Compartamos las bendiciones pues! Hay mucha gente sedienta de consuelo y amor.

La gloria para nuestro creador.