07 diciembre, 2008

Desde un Escarabajo...

Una vez mi ex compañera de trabajo Alida y yo decidimos que era hora de aprovechar las tardes después del horario de oficina para hacer ejercicios.

Coordinamos para que nuestro deseo por bajar algunas libritas de más y encauzar la buena energía que teníamos hacia una meta que nos permitiera sentirnos orgullosas de nuestro esfuerzo en cuanto a lo que acabábamos de trazarnos.
Invitamos a nuestra amiga Hulda, pasamos por la casa de Alida a cambiarnos de ropa y de ahí nos dirigimos hacia el Mirador Sur con muchos brios.

El primer día y creo que el último también, fue uno esos que vivimos y que en el momento nos parecen tormentosos, pero que luego de un rato no es mas que una comedia que nos hace reír mas y mas a través de los años.

Aparcamos el carro y de inmediato dimos inicio a nuestra caminata sin fin. Había mucha gente en lo mismo. La tarde caía y nos apresurábamos para hacer uso de la luz del sol.

En un trayecto bastante distanciado de donde habíamos dejado el vehículo, nos paramos para variar nuestra rutina de ejercicios y comenzamos a hacer abdominales entre otros. Sudábamos hasta más no poder y al retomar la caminata de nuevo, esta vez con rumbo hacía el carro por la hora que avanzaba, nuestros pasos eran cada vez más pesados y lentos.

Al llevar un gran recorrido donde por fin podíamos ver el tronco móvil, de repente Alida sale corriendo hacia el lado contrario de donde ya regresábamos y nos vocea con total desesperación: La llave, la llave!!...

Hulda y yo nos miramos y empezamos a correr detrás de Alida. Había dejado la llave en unos de los banquitos donde habíamos estado. Ella corría tan rápido que no se como pudo olvidar lo cansada que estaba, cuando quisimos alcanzarla, no volvimos a verla jamás!

Mi amiga y yo estábamos desconcertadas, pues llegamos a donde hacíamos los abdominales, pero Alida no aparecía por parte. Nos quedamos confundidas en espera de tener alguna noticia de ella, hasta que derrotadas por el cansancio no pudimos dar un paso mas.

De pronto se acercaba uno de esos pintorescos Volkswagen de la policía, vimos la luz porque escaseaban las personas por allí y el sol ya se había retirado. De pronto, escuchamos a Alida gritar: Amigas, amigas… soy yoooo!!!!

Alida venía en el asiento de atrás del escarabajo…yo quería morirme de la risa, pero por la cara de los comandantes que le acompañaban pospuse mi espontánea intención para otro momento.

Nos montaron en el cepillo y se dirigieron con nosotras hasta nuestro carro. Alida recuperó su llave, pues alguien con buena intención la había dejado en el destacamento de la policía del Mirador y estos con mucha generosidad le hicieron el favor de darle un empujón hasta el lejano parqueo, de paso nos recogieron a nosotras dos en el camino.

A mi me tocó una de las ventallitas de atrás y les juro que nunca había planeado montarme en un carro tan particular como este, el cual estaba destinado solo para transportar a los maleantes y delincuentes que la uniformada atrapaba.

Yo me reía sola de nuestra increíble aventura, y grababa en mi mente todo con lujos de detalles para que el aquel momento no se borrara porque sabía que para siempre me estaría riendo de ese peculiar episodio.

Fue la única y hasta ahora la última vez que fui al Mirador a hacer ejercicios… no es para menos!

Ilustración: Angela Guichardo

1 comentario:

Guido Gil Buonpensiere dijo...

Presa!!! jajajajaja

Al menos ya conoces lo que es ver el sol en cuadritos!!!

:P