El Martes pasado recibí un correo de mi querido amigo panameño Stefano, donde me decía que estaría el próximo jueves en santo domingo en una de esas visitas relámpago que su trabajo le programa.
Hace mucho que no trabajaba después de las cinco y justo ese jueves tuve que quedarme hasta casi las 7pm con la mortificación de que Stefano ya me había llamado varias veces para ver a que hora nos podíamos juntar.
Me fui lo antes posible a recogerlo al hotel y mientras me dirigía allí, llamé a Sandra para ver si quería acompañarnos y así fue. Sandra se unió mas tarde cuando estábamos en Adrian's Tropical del Malecón (el favorito de Stefano).
Mientras cenábamos, nuestro amigo preguntaba sobre nuestros trabajos, la situación del país, los avances, y de inmediato el tema del Metro vino a colación. Sandra contó su experiencia en él, yo les decía que aun no lo había estrenado, pero que ya me habían expresado que estaba de los mas moderno, eficiente y bonito.
De manera espontánea, a Sandra y a mi se nos ocurrió probar el Metro esa noche y así aprovechar la visita de Stefano para que también se montara y tuviera algo novedoso que contar a sus compañeros de trabajo cuando volviera a su patria.
Eran pasadas las nueve de la noche y nos fuimos a la estación que está en la Máximo Gómez frente a la Secretaría de Educación. Dejamos el carro parqueado y vigilado por un centinela de un negocio de los alrededores. Para ir mas cómodas, dejamos nuestras carteras y solo me llevé conmigo mi cámara que no podía faltar, definitivamente!
Casi de inmediato cuando bajamos las escaleras eléctricas de la estación Joaquín Balaguer la pila de mi cámara comenzó a darme el aviso de batería baja, grave error!, la otra se había quedado en mi bolso en el carro.
De ahí en adelante tuve que "economizar" las fotos para que no se me fuera a descargar por completo la batería. Estábamos encantados con el lugar, la modernidad y la gran cantidad de estudiantes que esperaban junto a nosotros con cierto aire de ciudadanos de una gran metrópolis estilo "niuyol niuyol".
Por fin llegó el veloz vehículo y lo abordamos. Nos tocó irnos de pie porque la multitud ocupaba los asientos y pasillos. Para no parecer tan primitivos y pasar por "pariguayos", no me atreví a tomar fotos en medio de tanta gente civilizada y que de seguro sabían de antemano por nuestra actitud y talaje que esa era la primera vez que probábamos el transporte.
Los tres nos mirábamos en complicidad con una risita en la cara y nos secreteábamos al oído que cuando subiéramos al tren de regreso ya no habría tanta gente y nos podríamos tomar todas las fotos que la batería nos permitiera.
Señores, llegamos hasta la última parada que es la Mamá Tingó por allá en Villa Mella y esperamos a que las escaleras fueran despejadas por la muchedumbre. Sandra era prácticamente nuestra guía y al salir a la calle, nos dirigió hacia la cera del frente donde se encontraba la estación para realizar el trayecto de unos 15 o 20 minutos de regreso hasta donde habíamos dejado el carro.
Nos llamó la atención que había cero movimiento de ese lado, pero por la hora pensamos que obviamente el flujo de pasajeros sería mucho menos y mejor así porque estaríamos en plena libertad para posar y sonreír para las fotos.
Como si se tratara de una comedia de las mas buenas, en la entrada nos recibieron tres murallas...tres gladiadores, posiblemente hartos de ver gente hasta a esa hora de la noche y nos preguntaron:
"Pa' donde van?"
A tomar el metro, respondimos medio confundidos por la pregunta.
Ya está cerrado!
What???
Es hasta las diez!
Queeee????
Nuestra risa no se hizo esperar y de inmediato comprendimos que estábamos viviendo una super aventura no programada!. A Stefano que desconocía que tan lejos estábamos del hotel casi le da un infarto cuando Sandra en son de broma (sin él saberlo) dice: Deberíamos dormir de este lado y regresarnos temprano en la mañana!
Se imaginó faltando al trabajo que vino a hacer a santo domingo y el problemón que esto le provocaría con su empresa en Panamá, para su suerte no estábamos TAN lejos y después de varios intentos por conseguir un taxi, nos mandaron una unidad con un chofer muy peculiar.
Todo el camino transcurrido fue entre risas, reclamos por no investigar el horario del servicio del Metro, pero lo peor de todo el ETERNO LAMENTO porque no nos pudimos tomar fotos dentro del contemporáneo y súper confortable artefacto!
Que inolvidable experiencia!
1 comentario:
Guay!! me meo! amiga que risa ese día, sinceramente que ese momento nunca lo olvidaré, sobretod con Stefano que venía todo el camino en el taxi preocupado, el pensaba que llegaríamos del otro lado al amanecer todo por aquel comentario que hice....Jajaajaj Dios! jajjaja
Fue una aventura, pero a pesar de eso, la pasamos super bien
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