22 septiembre, 2010

Atribulada más no derrotada...

No se cuantas veces la ví caminar a pasos lento entre los escasos transeúntes de la calle el Conde. Era un domingo lluvioso, de poca actividad…

Mucha gente prefiere quedarse en casa un día así, y no es para menos para el que lo tiene todo! Que incómodo es para esos salir bajo esas condiciones del tiempo!

Pero para ella no, para ella era un día más, igual al de antes de ayer, al de ayer, al de hoy, al de siempre!. Dejar su “hogar” significa la esperanza de encontrar qué comer hoy, significa sobrevivir hasta mañana. Mañana saldrá una vez más, y así será hasta que Dios quiera.

Nadie sabe cuando fue la última vez que desató su pelo al viento. Probablemente una melena sedosa que fue envejeciendo con ella y que hoy cumbre con su paño azul.


Azul como el cielo, ese cielo infinito testigo de sus amarguras y su desdicha. De su mesa sin pan, de su lata vacía, de su espalda encorvada por el peso de sus años, de su abrigo y de las chucherías que va recogiendo en su andar.

Sus pasos ya conocen cada historia del que recorre la peatonal, sus rostros, a los bondadosos, y a los mezquinos también. A los que la molestan, a los burlones, a los policías, a los indiferentes, a los turistas, a los carteristas, a las alegres, a todos! Ya todo le da igual!

Se sentó, por fin!. Agotada una vez más de olfatear la comida ajena. Echada en la acera cerca del que camina y donde pueda extender su mano para mendigar la sensibilidad de un enviado del cielo.

Negó su rostro a mi disparo, uno más que aprovechaba el desolador destino que a lo mejor ella misma se creó o que la sociedad le colgó.

Regresé a la zona…otro domingo de “trabajo” para ella. Yo buscando libertad, belleza, color, composiciones, caras, historias, fascinada con la obra de Dios.

Ella, harta de su libertad, de las caras, de las historias, del color resplandeciente de su blusa, pero aun con todo y eso la sentí confiada en su creador y en la promesa para los que como ella, tendrán su banquete el día que Jesús nos despierte a la verdadera vida.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Angie, gracia por la penetrantemente motivadora reflexion. impotencia es la palabra que describe el sentimiento de descubrirse transeunte sin huellas ni sombra, que pasa por la puerta de su destino.

Timoteo Estévez dijo...

Wao, muy emotivo, Interesante, Muy buen Post...