Este fin de semana rompí un poco mi esquema habitual y me decidí a estar en contacto con otro entorno que no fuera el de ir al trabajo el sábado o ver televisión el día entero arropada por las cuatro paredes y dos ventanas de mi cuarto.
Acepté ir a Juan Dolio con unos amigos, me confieso enemiga de los rayos del sol cuando se posan indiscriminadamente sobre mi piel sensible a ellos, pero observar su impresionante luz y color en el paisaje de una linda playa o la majestuosidad de un atardecer, me hace sencillamente su mas fiel admiradora y amante, por lo tanto dejar pasar una oportunidad así merece un castigo.
No hubo tal atardecer porque salimos unas horas antes de producirse ese hermoso espectáculo. A pesar de que en la capital llovía sin parar, en Juan Dolio hacía una calentísima tarde que contrarrestaba debajo de una mata de almendras, con los pies enterrados en la blanca arena.
Después de un rato, me fui a dar un “chapuzón” pero solo hasta el cuello para no mojarme el pelo, puesto que es rebelde con el agua de sal, después de mojado redobla su cantidad y además se maltrata demasiado. Erradamente sentí que no valía la pena sacrificarlo por los escasos minutos que duraría dentro del agua.
Cuando recorro la autopista Las Américas hacía la ruta del aeropuerto-boca chica y contemplo sin cansarme el bello Mar Caribe con aquellos colores extraordinarios de azules degradados, fuertes, claros y esa pinceladas del turquesa inimitable…voy pensando en todos aquellos países mediterráneos y hasta costeros que sin dudas también tendrán su particular belleza, pero bacilo en responderme si podrán ser mas linda que esta…
La misma costumbre de tener estos encantos naturales y muchos de ellos tan accesibles a nosotros nos va cegando a admirarlos con detenimiento o nos hace menos sensibles a percibir cada detalle simplemente porque allí están todos los días.
Lo tenemos al alcance mas muchos de nosotros no le retribuimos con equidad tan invaluable fortuna porque creemos que no se moverán de ahí y que serán eternos. Este pensamiento es parte de mi propia conciencia que me reclama el aprovechar sin pretextos tontos y zambullirme en el agua sin importarme nada.
Gracias a Dios por la naturaleza, por sus colores, sus regalos para con nosotros, por esta isla llena de sonrisas, merengue, montañas, sol, arena y mar.
Fotos: Angie Guichardo
3 comentarios:
Tienes razón,los colores caribeños son inimitables ;)
Beni.
Guichardoooo!! Rompe con la rutina, rompe la monotonía, Rómpele la Cabeza A…. Uff No.No.No Eso no Pero…… Rompe las cadenas que te atan, Dile si a la vida!!…(Luis Enrique).. Sal Angi Sal, Conoce eso es Bello…
Besos Tqm……
Ay si Francis, de vez en cuando es bueno salir y tomar aire fresco, se llena la vida de energía.
Cuidate y escribeme, cuentame que hay de trabajo, en que estas?
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