Cuando todavía vivía en el pueblecito de Moca donde nací y tenía unos 3 ó 4 años, estábamos escuchando música en un radio que recuerdo tenía una bocina en uno de sus extremos y que por el alto volumen retumbaba constantemente.
Me causaba tanta intriga de dónde podían venir esos sonidos tan bonitos y alegres y no recuerdo exactamente a quién de mi familia le pregunté y me respondió: "detrás de esas bocinas hay unos músicos pequeñitos que tocan y cantan". Una respuesta muy típica de aquellos tiempos cuando a los niños se les contestaba con cualquier disparate para salir del paso.
Obviamente, ante tal respuesta mi duda en vez de saciarse aumentó porque cómo podían acomodarse en ese pequeño espacio??. Tan pronto como pude tener el radio a solas conmigo comencé a buscar a los minúsculos artistas que se ocultaban dentro de él.
Metí los dedos entre el cartón gris de la bocina hasta ir haciendo un hueco enorme y al no encontrarme con nada mas que con alambritos de colores fue cuando me di cuenta que me habían mentido y que acababa de meterme en un grave problema. Pueden imaginarse el final de la historia.
Hoy en día eso me ha enseñado a decir la verdad a mis hijos desde sus primeras edades, por mas complicadas que sean las respuestas hay que buscar la forma de expresar las ideas reales y no salir del paso inventando una historia mal informada que luego arruine un efecto de la casa (que fue mi caso) o peor aun, una relación o una amistad.
1 comentario:
Wow angela, leyendo tu historia, me acordè de algo parecido que tambièn vivì yo cuando era pequeña, y como tu dices...Son cosas de la inocencia =)
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