30 junio, 2009

Pssss, pssss.....

Caminaba imponente junto al Sol de las 12 y pico. Sintiendo los calcinantes rayos veraniegos que apuntaban unas que otras 24 pecas en mis brazos y mi cara al descubierto.

Cada paso era un puñado de recuerdos ancianos. El panorama me llevó hacía el pasado colonial de entonces. Con erguida elegancia balanceaba mi abultada cretona de mi amplio y hermoso vestido de doncella.

En mis manos, agitaba con gracia el abanico de encajes blancos, mientras hacía reverencia a la pareja novios que me saludaba.

De pronto, miré a mi derecha y las marcadas ruinas de una casona de la época me devolvieron forzada a la realidad absoluta de mi paseo por la zona.
Tomé mi cámara y grabé en ella el deterioro que el tiempo impregnó en sus piedras. Cuanto pasado! Pensé. ...Más aun así eres hermosa!

El aviso colgado en el frente rezaba: "Nos mudamos a la calle José Reyes". Hace mucho que se fueron! Advertí.

Me repuse para seguir mi andanza, pero un silbido que casi gritaba mi nombre me hizo voltear. Rebusqué curiosa por los alrededores hasta que mis ojos achinados lograron encontrar al ruiseñor.Me coqueteó con su tenue sonrisa, aquella que apenas divisaba oculta detrás de sus barbas. Se veía lejano de todo. Guardado en el tiempo, como aquello que dejamos olvidado para empezar de nuevo. Sentí lástima por él, por su voluntario encierro, supuse.

Aceptó con agrado mi foto y me regaló de nuevo una dulce sonrisa. Le dije adiós y ahí siguió, atrapado en su vieja caja de añoranzas e historias.

Ahí ha de estar aun, silbando y sonriendo a los transeúntes de la zona.

4 comentarios:

Darío Martínez Batlle dijo...

Diaaaaañe, Angie... qué levante!!! :D

La foto de la fachada es muy expresiva... sólo sugeriría que la fotografiaras de nuevo, pero plenamente de frente...

Y el viejo... echa, qué Tom Cruise!

Timoteo Estévez dijo...

buen post.
me encanto.
pero si fueran unas amigas mias se embalan. si ven ese señor.
wow que humanista eres.
te felicito creo que me identifico con tigo.
me encanta como escribes.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Angie...

Aquellas casonas que son un patrimonio arquitectónico de cualquier ciudad, pero que a veces dejamos sumidas en el olvido.

Al menos ésta, tiene su habitante que le hace menos doloroso el abandono.

Abrazos.

Anónimo dijo...

De pronto una tarde de ocio dedicada a vagar y me topo con muy buenos blogs, que me hacen lamentar no haberlos encontrado antes.

Me gutó tu estilo para escribir y tus fotografías.

Por aqui nos veremos pronto nuevamente.

Un abrazo desde México.