No recuerdo cuando, pero hace poco leí en un titular de un artículo en el periódico que decía: “El Dominicano está perdiendo la capacidad de asombro”. De inmediato pensé que esto se refería a que nos estamos acostumbrando a las malas noticias.
Talvez fallé en juzgar sin leer y no enterarme que quería el periodista decir con esa frase porque sinceramente yo no quiero nunca perder esa condición tan espontánea que tenemos cada ser.
Ayer por ejemplo, leí una noticia que me impactó como ser humano y aun más como madre. Unos antisociales habían dado muerte con un disparo en la cabeza a un adolescente de unos 14 años que se encontraba en un centro de Internet en la capital cuando ellos penetraron en el local para robar equipos de computación.
A parte de toda la presión que en ese momento sentía por el trabajo, esa información tan trágica fue el detonante para abatirme y hundirme en un dolor profundo, me hizo bajar mi hombro como el que ya no puede más. Que impotencia y que lástima siento por este país el cual estamos dejando convertir en una jaula de leones y de perros con rabia que aparentemente no le temen a nada ni a nadie.
Quién puede dejar de asombrarse?, A quién esto no lo derrumba?, Quién dijo que un corazón se acostumbra a estas cosas?
Solo atiné a pedirle a Dios que nos guarde, y que nos libre porque yo no creo en más nadie que no sea El para apagar las llamas de este maldito infierno.
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