Llegar al aeropuerto Ronald Reagan de Washington no se compara para nada con todo lo hay que pasar en Miami, ahí prácticamente solo te ocupas de encontrar la correa por donde recogerás tu maleta y una vez la recuperas, tienes a tu frente la salida para la calle.
Como recordarán perdí el primer vuelo, pero mi maleta si viajó en ese que era el que le correspondía, por lo tanto ésta ya tenía varias horas esperando a que la fueran a retirar y justo cuando llegué, uno de los encargados de American estaba procediendo a ubicarla en otro lugar (me imagino), pero inmediatamente vi su acción le dije que esa me pertenecía. Solo me preguntó mi apellido y no tuve inconvenientes en llevármela.
Me tocaba esperar aproximadamente una hora para que me fueran a recoger, así que ubiqué un asiento frente a la salida y donde pudiera ver la gente pasar para no aburrirme. Observar la cantidad de gente, el estilo, su belleza, su feura, su cultura y toda la mezcla de razas pasándote por el frente es mucho más interesante que haber comprado un periódico o una revista para ponerme a leer, así que el tiempo pasó rápido.
Salí del aeropuerto para sentarme justo a la calle por donde creí que pasarían a buscarme y ahí pasé un rato mas mirando como iba y llegaba el metro, pero lo mas agradable fue ver la reacción de las personas cuando iban a buscar a un familiar allí, se abrazaban y se les veía en sus rostros la cara de felicidad al reencontrarse con un ser querido.
Pasado unos minutos, escuché mi nombre por el altoparlante, pero no pude entender el mensaje completo, obviamente era en inglés. Salí corriendo para una oficina de información que ya había visto previamente durante mi espera. Allí me atendieron muy bien y me hicieron el favor de transmitir otro mensaje para que fueran a buscarme a donde yo me encontraba y así fue.
Desde esa tarde no dejó de llover, una agüita necia y fría que no impidió que me llevaran a cenar a un restaurante chino y japonés acogedor, pero nada del otro mundo.
Yo soy una enamorada del verdor que hay en esta ciudad, me encanta y amo la naturaleza, las flores y este fue el tiempo preciso para disfrutar de ellas durante mi viaje. Me enloquece el color, no soy nada afín con los grises, siento que mi espíritu se alegra y rejuvenece cuando veo mezcla de colores brillantes y eso mismo sentía al mirar todas esas flores en los frentes de edificios, casas, tiendas y calles.
Como últimamente me está inquietando el gusanillo del fotógrafo, una de mis musas favorita es la naturaleza, en especial las flores. Así que algo me decía que me daría gusto tomando fotografías.
Desde Santo Domingo pedí que dentro de la planificación de las actividades de mi vacaciones incluyeran un viaje al Jardín Botánico porque la verdad es que me daba muchísima curiosidad conocer dicho lugar, teniendo como referencia previa lo bien conservado que mantienen los gringos sus áreas verdes.
El Jueves se mantuvo lloviendo casi todo el día y no hubo mucha actividad mas que salir a un centro comercial para hacer mis primeras Windows Shopping , realmente a ver si encontraba algo razonable e interesante especialmente para mis hijos que por lo general siempre encargan un par de tenis. Esta vez mi hijo Erick de trece años, me solicitó (si podía) un perfume Lacoste. Me preguntaba en qué estará este menor pensando que me pide que le compre tal cosa.
Las compras fueron escasas, tal y como esperaba porque no fui con intenciones de gastar mucho dinero y mucho menos conociendo de antemano lo caro que es esta ciudad y que no es la mejor época para comprar porque ahora mismo las tiendas están repletas de ropa igual a la que usamos aquí, ligera y fresca. Ya cuando llegué septiembre comienzan a casi regalarla.
El viernes conocí un lugar muy hermoso, no recuerdo el nombre, pero debe ser el centro de Maryland. Hay un lago hermoso y en su alrededor están los grandes hoteles, restaurantes con comida internacional, tiendas y lo que mas me gustó es que se puede caminar bordeando todo el lago, disfrutando el bello paisaje, los patos nadando y por primera vez veía muchísima gente alegremente conversando o en diferentes actividades.
Nos decidimos a cenar en un restaurante Mexicano llamado: Guapo’s, estaba repleto de gente como casi en todos los que vimos anteriormente, pero éste se veía mucho mas alegre, tanto así que pensé que estaba aquí en santo domingo sobretodo porque adivinen?...la mayoría de la música que se escuchaba era de aquí! Juan Luis Guerra, Eddy Herrera, Merengue de una orquesta que no conocía y hasta El Gringo de la Bachata, señores!!
Lo voy a dejar hasta aquí por el momento, pero no se pierdan el último capítulo y las fotos…
1 comentario:
Muy bonitas fotos, aqui en san diego en los restaurantes mexicanos tambien ponen mucho a juan luis guerra, y demas orquestas de mambo me sorprenden muchas veces, pero la verdad que los dominicanos estamos pegados donde quiera :D
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