Ayer, cuando abordé el autobús que me deja a una cuadra de la oficina, se montó unos minutos después un hombre que vive en mi sector y que conozco desde hace tiempo, pero que veo con muy POCA regularidad.
Es de estos personajes pintorescos con los que cuenta cada comunidad. De estatura baja, piel morena y ojos de almendra. Camina con todo el “swing” digno de su oficio, es músico, gűirero de Perico Ripiao, y popular porque cuando baila lo hace juntando sus piernas y hamaqueándose con gracia hasta parecer un muñequito de goma.
Nos saludamos brevemente y de inmediato cada cual pone su mirada y concentración de vuelta a la calle y al tránsito agitado de las horas de la mañana.
Éramos varios pasajeros, cada cual en lo suyo. Al llegar a mi parada, le aviso al chofer que me deje y se detiene.
El “vecino” me ofrece su mano para ayudarme a bajar, sonrío en actitud de gratitud por su cortesía y él, con mirada pícara y poniendo la boquita chulámbrica me dice: Nos vemos ahorita…
Ay Dios mío! …Yo lo quería matarlo por fresco!. …Pero la verdad es que a fin de cuentas, no he parado de reírme por lo que pudieron pensar los demás pasajeros.
Cuantas vainas se encuentra uno en la calle!.
4 comentarios:
Hola, Angie...
Cosas de la cotidianidad, al menos el mencionado y galante "vecino" te dio algo de que hablar y te inspiró una bonita entrada.
Un abrazo.
Jejejejeje, tamaño relambío!
ja!
nunca falta alguien así.
abrazo.
ese es de esos personajes que se han dado buena vida bonchando jeejeje.
me recordó a alguien jeje.
me imagino la cara de los demas que lo escucharon decirte eso jeje "esa mujer tan bella con ese viejo!" lol!
kisses!
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