15 enero, 2008
Se vende un corazón roto...
Una vez vi un anuncio en la red, en una de esas páginas que se ofertan productos y servicios online. Era una propuesta muy peculiar, poco común diría demasiado poco común! Este decía: “Vendo un Corazón Roto”.
Me interesó de inmediato y quise saber por qué querrían vender un corazón roto y para qué. ¿Que hace uno con un corazón dañado? ¿Cómo se repara una grieta en un corazón? ¿A quién le interesaría una cosa así?.
De inmediato traté de buscar respuesta a mi curiosidad y busqué en la descripción del “producto” y la misma decía “está herido por asuntos del amor”. Y me dije: Otra vez el amor!, siempre el amor! ¿Que mas puede causar tanto dolor?
Traté de ponerme en el lugar de esa persona que desesperada tal vez, buscaba la manera de zafarse del peso enorme que es un corazón adolorido. Que difícil es para el que ama mantener una relación sin cometer errores o sin los tropiezos propios de ella. Los mismos que la fortalecen, las mismas caídas que la levantan y forjan cimientos fuertes para mantenerlas firmes para toda la vida.
Que agobiantes son los sube y baja emocionales, tratar de aparentar estar bien, hacer su trabajo y que salga perfecto, hablar con los demás sin notar la tristeza,, recibir unas felicitaciones de cumpleaños y mostrar ánimo y entereza, aparentar fortaleza ante cualquiera teniendo un corazón que se debate entre el dolor y el miedo.
¿De qué sirve querer y pretender hacer las cosas correctas si en un desliz se pierde todo? ¿Por qué diablos la mentira no puede ser una opción cuando una insignificante verdad podría herir a otros?. Pero, que error es mentir, por piadosa que sea, por estúpida que parezca, la mentira no es grande ni pequeña, es justo del tamaño de lo que se pierde por ella.
Un corazón roto!, otra vez el corazón roto! ¿Tiene Esperanza el órgano mas vital de un ser, en esas condiciones? Quién me responde? Un Médico? o aquella persona que lo lastimó? o en caso contrario aquella que ese corazón hirió? Definitivamente debe ser la única que puede perdonar, olvidar y restaurar tal pieza para que siga haciendo su función, y su dueño decida cancelar la absurda “oferta”, pues quién se atrevería a pagar por un corazón roto?.
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